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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Drama. Comedia. Fantástico En la imponente Nueva York, Jack Lucas (Jeff Bridges), un famoso locutor de radio caído en desgracia, y Parry (Robin Williams), un enajenado profesor de historia, emprenden la búsqueda del Santo Grial. (FILMAFFINITY)
3 de mayo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
69/05(12/05/15) Irregular drama del singular realizador británico Terry Gillian, posee elementos extraordinarios combinados con otros bufos, hay tomarlo como una fábula moral sobre la redención y la búsqueda del amor. Guión original de Richard LaGravanese (“Los Puentes de Madison”), cuenta una historia entrañable, con personajes al límite, con aristas, con defectos, muy humanos, con los que es fácil empatizar, en medio de una trama exagerada, se mezcla lo aparatoso y rimbombante con una hermosa amistad, ello con tintes imaginativo-fantasiosos que le dan un toque surrealista a la historia, donde se explora la arrogancia, el egoísmo, el narcisismo, frente al amor, la amistad, la bondad, haciendo una hábil reflexión sobre cómo nos afectan los traumas psicológicos, de cómo podemos cerrarnos al mundo, y la única medicina es la amistad.

El escenario es Nueva York, Jack Lucas (buen Jeff Bridges), es un arrogante locutor de radio de gran éxito radiofónico, tras charlar por teléfono en su programa con un acomplejado tipo, esté pensando seguir los consejos del locutor provoca una masacre en una cafetería de Manhattan, tras enterarse Lucas entra en shock, la acción salta tres años, Jack está trabajando en un videoclub, es un hombre decaído y deprimido, que solo parece encontrar consuelo en el alcohol, la dueña del negocio es su extrovertida actual pareja, Anne (buena Mercedes Ruehl). Una noche tras una borrachera, Jack deambula amargadamente por lugares sórdidos, tras una dura situación se encuentra con una pandilla de indigentes, el líder de estos es Parry (histriónico Robin Williams), un trastornado que se cree un caballero templario en búsqueda del santo Grial, al principio Jack intenta rehuirlo, pero todo cambia al darse cuenta que su mujer murió en el tiroteo de la cafetería de Manhattan, de la que él se cree responsable, intenta ayudarlo como acto redentor, y encuentra el modo al enterarse que se encuentra atraído por una mujer, la introvertida y torpe Lydia (buena Amanda Plummer).

La historia ahonda en los caminos del autoperdón, de la frustración, de los sentimientos de culpa, de los remordimientos, y cuáles pueden ser las vías para escapar de ellos, profundiza en los complejos, en las inseguridades, en la demencia por un trauma, en los amores perdidos, en los amores platónicos, en los amores verdaderos, nos habla de la fina línea entre la cordura y la locura, de los mecanismos de autodefensa del ser humano ante la maldad, de cómo podemos construir mundos paralelos a nuestra insatisfactoria realidad. El motor del film es la compleja relación entre dos almas dañadas, que por diferentes motivos son el complemento el uno del otro, una especie de Don quijote y Sancho Panza (libro que tanto gusta a Terry Gilliam), el uno ha encontrado en la fantasía la huida de la tragedia, el otro en realismo solo encuentra la misantropía cuasi-suicida el modo de escapar de este cruento mundo, y entre los dos se teje una invisible red de destinos, donde la fe y el pragmatismo chocan, donde toman vital importancia las segundas oportunidades, y donde el amor, tanto el de amistad como el carnal son la solución. Gillian hace un conmovedor tributo a los desamparados del mundo, a los marginados, a los locos y a los indigentes, les da alma, los humaniza, los saca de la sombra para darles personalidad y sentimientos, los contrapone contra una sociedad que los ignora, los opaca, los desprecia, muy alentador, aunque Gillian no salga de lo superficial en este apartado. Gillian imprime su particular marca en la creación de un mundo donde se cruzan constantemente lo onírico-místico (ello por la mente de un loco que ve en la búsqueda del santo Grial la solución a sus males) con la doliente realidad de una ciudad mostrada como algo lúgubre cuando no inmersa en lo tétrico, y esto salpicado de personajes excéntricos, pasados de vueltas, estrambóticos.

Pero con todo lo muy bueno restan sus desequilibrios, no conjuga orgánicamente las subtramas, no todas provocan el mismo interés, haciendo que el metraje se haga largo, con fases que se sienten prescindibles, se le da demasiada importancia al romance entre Parry y Lydia, este se siente artificioso, forzado, cayendo en momentos en lo bufonesco, ejemplo la escena del restaurante chino, debería esta relación haberse simplificado, roza la caricatura de trazo grueso, y haberle dedicado más tiempo a la compleja amistad Parry con Jack, como también tiene peso el romance de Jack con Anne. También adolece de algunas elipsis confusas, ejemplo que no pegan estén juntos Anne y Jack, como estas dos personas tan dispares pueden llegar a haber intimado, me falta información que de cimientos a este romance, tampoco tiene un final de un gran clímax, metido con calzador que Jack vaya a asaltar el castillo, y encima vestido de juglar, que pinta así? Pero por qué no toca a la puerta y pide la copa? Chirriante. Y es que algunos sentidos se siente deslavazada y falta que orgánicamente este sólida y no se sienta un puñado de viñetas con ansias de impactar.

Como siempre en las obras de este Monty Python sus puestas en escena son importantísimas, en este caso con un maravilloso diseño de producción de Mel Bourne (“Manhattan”) trasladándonos un Nueva York con una mirada original, en los suburbios, en sus mugrientas orillas del río, haciendo de la Gran Station un salón de baile, con un hospital de pobres decadente, esto con la fenomenal fotografía de Roger Pratt (“12 Monos”), con alusivos contrapicados, con muchas tomas a medioscuras, con mucho uso de planos torcidos y oblicuos para emitir desorientación, con expresivos primeros planos, con impresionantes tomas cenitales, con travellings circulares hermosos, con planos sugestivos subjetivos, con maestría en la escena del baile del vals, sabe moverse en el feísmo y en el glamur, contrastando los dos opuestos mundos, con bellas tomas lluviosas, y todo esto adornado por la sugerente música de George Fenton (“Gandhi”). (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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