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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
4
Comedia. Romance Amanda Woods (Cameron Diaz), una chica americana que posee una próspera agencia de publicidad especializada en trailers de películas, vive en el sur de California y acaba de romper con su novio (Edward Burns). Por su parte, Iris Simpkins (Kate Winslet), redactora de la popular columna de bodas para el London Daily Telegraph, vive en una encantadora casa de campo en Inglaterra y sus relaciones con los hombres tampoco son fáciles. A ... [+]
13 de septiembre de 2009
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Navidad, cine y consumismo son como la sagrada Trinidad y componen un sólo espíritu dividido en tres manifestaciones es una lección que el culto conocido por hollywoodiensismo tiene bien aprendida: no es de extrañar que la acaramelada, correcta y lustrosilla "The Holiday" venga servida por Nancy Meyers, una de las más avezadas sacerdotisas en estos paganos tejemanejes cinematográficos.

"The holiday" es un regalito de lujo y no me refiero al lujo de unos buenos diálogos o unas excelentes interpretaciones, me refiero al otro tipo de lujo, ese lujo de revista Vogue en el que cada página, cada plano, grita "quiero ese Sony Vaio que gasta Winslet, quiero ese trabajo de Cameron Diaz, quiero esa chimenea, quiero ese jacuzzi, quiero esa playita, quiero esa pedazo de casa, quiero esos entrañables vecinos ingleses, quiero a ese macizo de vecino, quiero ese Mini rojo, quiero esa vida". Un lujo de mentirijillas, un placebo para días tristones, una chocolatina premenstrual que en ningún momento pretende acercarse a la realidad, ni siquiera a una variante inteligente de la fantasía, sino cumplir y ser olvidada como fue seguramente fue olvidada por sus artífices cinco minutos después de cobrar la recaudación correspondiente.

Otro ejemplo más de un cine que no pretende ser ni siquiera cine, sólo parecerlo lo suficiente como para acercarse a sus propósitos, que no son otros que vendernos una ilusión materialista a la altura de nuestra imaginación, pero nunca de nuestros bolsillos y desde luego muy alejada de los auténticos deseos que pudiese albergar nuestro corazón. Se deja ver.
Neathara
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