Estupenda y vivaracha comedia con aires musicales del gran John Waters, que aúna parte de su espíritu subversivo con un enfoque más comercial y accesible que en otras obras previas del director. Tuvo suficiente éxito como para convertirse en un musical de Broadway y, a posteriori, en una nueva versión fílmica mucho más conocida por el público en general. Ambas están muy bien, pero me quedo con el humor irreverente de la versión Waters, su gamberrismo y el entrañable punto cutre de sus personajes. ¿Lo mejor? Sin duda, Divine como madre de la protagonista. Es entrar a la escena donde aparece por primera vez ese rollizo travesti planchando en camisón como una maruja cualquiera (y con el resto de los personajes actuando como si fuera lo más normal del mundo), y ya situar todo el tono de lo que vendrá después. Tan recomendada como la versión de John Travolta e incluso un poco más.