Película sudafricana que nace a raíz de un cortometraje homónimo dirigido por el mismo director, y protagonizado por el mismo protagonista Gary Green, y Brett Williams (Guardián y Verdugo, 2016).

Barry es un bastardo drogadicto que es abducido por extraterrestres después de una de sus habituales juergas. El propio Barry se convierte en un pasajero de sí mismo cuando un alienígena asume el control de su cuerpo y lo lleva a dar un paseo por Ciudad del Cabo.

Película con un humor ácido muy personal que a mucha gente no gustará, que carece completamente de un argumento más allá de su sinopsis, lo que provoca que la propuesta termine por agotarse en unos excesivos 99 minutos, ya que básicamente resultan en una sucesión de gags que el espectador disfrutará únicamente si compra el humor del director. A destacar el excelente cast en el papel protagonista, con un intérprete que parece nacido para el papel de Barry, y un escaso presupuesto que hace que la película se valore más, ya que pese a sus defectos entretiene al espectador en todo momento.

Fried Barry es una propuesta loca que no está hecha para todo el mundo, pero un ritmo sin tregua y un tono algo bizarro consiguen que sea una película muy interesante de ver.

Nota personal 6/10