En su momento pudo resultar interesante y llamativa, pero vista hoy día puede resultar absurda teniendo en cuenta los avances que ha hecho el mundo de la ciencia y la propia humanidad, pero es innegable que la película recoge una de las grandes batallas que han existido y existen entre religión y ciencia.
La película dirigida por Stanley kramer, se beneficia de la labor de un notable reparto y de un guion sólido y certero en el que brilla la poderosa presencia e interpretación de uno de los grandes, Spencer Tracy. Toda una demostración de un gran veterano de las artes de la interpretación, liberando unos inteligentes y poderosos monólogos con los que plantar cara al fanatismo y la mediocridad que se esconden en las creencias religiosas, frenos de la evolución del hombre.
La herencia del viento, queda como todo un proceso judicial ingenioso e inteligente, con toques de puro teatro, en el que hay espacio para grandes y profundas reflexiones sobre la fe y el progreso evolutivo.