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España España · Madrid
Voto de Daniel:
10
Ciencia ficción. Fantástico El futuro, año 1984. Winston Smith (John Hurt) soporta una abyecta existencia bajo la continua vigilancia de las autoridades de la Oceanía totalitaria. Pero su vida se convertirá en una pesadilla cuando pruebe el amor prohibido y cometa el crimen de pensar libremente. Enviado al siniestro “Ministerio del Amor”, se encuentra a merced de O’Brien (Richard Burton), un cruel oficial decidido a destruir su libertad de pensamiento y a quebrantar su voluntad. (FILMAFFINITY) [+]
20 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si miramos bien, muchas excelentes películas, incluidas de grandes directores, se basan en novelas de autores cuyo nombre no nos dice nada y que casi nadie ha leído. Por el contrario, cuando se trata de una adaptación de una novela muy conocida o de gran éxito, solemos encontrar que la película, aun siendo buena a menudo, la consideramos inferior o muy inferior a la novela, y suele ser cierto porque no hay forma de meter en la película toda la riqueza de una gran novela.

En el caso de "1984" de Orwell, para mí es una novela que todo el mundo debería leer por su calidad y por sus mensajes de anticipación y de advertencia. Claramente hay signos en el mundo actual de que Orwell intuyó a fondo a dónde podría llevarnos el futuro próximo, y eso que en 1949 sólo apuntaba vagamente la tecnología que hay ahora para vigilar, controlar y destruir.

Lo de la guerra ya se ve que siguen aprovechando lo más mínimo para montar una. Lo de reescribir el pasado para acomodarlo a intereses actuales (hablo en general), no se ha dado, pero vemos cómo cada uno interpreta el pasado según le conviene, o trata de ocultar cosas y de que se olviden y no se hable de ellas. Lo de las noticias de actualidad ya se ve cómo unas cosas las machacan y exageran mientras otras las tapan, las ignoran.

Lo del doble pensar, pues vemos cómo es cada vez menos raro que algunos políticos afirmen algo, además ante las cámaras, y poco después hacen lo contrario.

Lo de la neolengua tampoco se da de la forma extrema que narra la novela, pero se ven intentos de cambiarnos la forma de hablar para acomodarla a lo que quieren imponer los poderes, los llamados medios de comunicación o poderosos grupos de presión; se aplican palabrejas, de poco uso antes, para descalificar y ningunear al que molesta: "es un negacionista", “es un conspiranoico", o "es un progre", etc. El discurso político es cada vez más sectario por todas las partes y no se admiten matices: tienes que tragar los packs enteros si no quieres que te estigmaticen con una de esas palabrejas. Y eso crea miedo y coarta la libertad de expresión.

Lo de las pantallas que te vigilan, pues dentro de casa aun no, pero claramente quieren saberlo todo de cada uno de nosotros y se habla de cosas que dan miedo como abolir el dinero físico, con lo cual sabrán dónde va hasta el último céntimo que gastamos, de implantarnos chismes de control ya dentro del cuerpo, e incluso en el cerebro, o de tecnologías que van a permitir visualizar nuestros pensamientos en una pantalla… y se presentan como avances estas cosas que dan verdadero terror.

Lo de eliminar el sexo y quirúrgicamente el orgasmo, ojalá esté equivocado, pero se pueden estar dando síntomas entre el feminismo más extremo de que sólo va a estar bien visto el varón servil y sometido. (¡Cielos!: espero que no se me aplique automáticamente lo de "machista" por esto).

Esta película no es la novela pero creo que está muy bien hecha y que capta plenamente el sentido de la formidable obra literaria. Con un presupuesto medio, la ambientación es buena, tomando elementos de pobreza de posguerra y de eventos populacheros revolucionarios nazis y comunistas, con su despliegue de simbología y fanfarrias que reafirman el culto al líder. Hitler y Stalin eran dioses, no de forma expresa como los antiguos faraones, pero igual en todo, y son claramente los modelos para este “Big Brother”, el Gran Hermano, o el Hermano Mayor.

Es también un acierto visual propio de la película esa imagen esporádica y onírica de la hermosa colina verde que descansa la vista, aunque sin perder lo inquietante, y ofrece contraste visual con la aterradora fealdad general de lo que se narra y su atmósfera.

Los actores son perfectamente adecuados y con excelentes interpretaciones. Hago un poco de hincapié en Suzanna Hamilton que tiene aquí un misterio magnético especial. Es guapa y atractiva pero creo que ninguno diríamos que es el arquetipo, para entendernos, de “mujer espectacular”, y sin embargo, ese plano súbito en que aparece desnuda comiendo algo con toda naturalidad, tiene una especie de carnalidad de la que carecen muchos otros desnudos que se han visto en cine. Es como la reivindicación del ser humano de carne y hueso, un escape de plenitud y libertad, aunque sea por unos minutos, en medio de la inconcebible alienación impuesta.
Daniel
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