Es la sensación que he tenido al acabar de ver esta hermosa película. Que es una Obra Maestra y que Paul Thomas Anderson está sembradísimo. Creo que este director es el mejor sucesor de Coppola. Pero el buen Coppola de los 70. El de El Padrino 2, La conversación y Apocalypse Now. Y el de principios de los 80, con Corazonada y La ley de la calle.
Anderson se fogueó emulando a Scorsese en Boogie nights. Una película de las que menos me llaman de este cineasta. A mí me empezó a llamar con Pozos de ambición y sobre todo con The master. Esa libertad creativa, ese emular a los grandes del cine clásico pero desde una óptica moderna y modernista, lo emparentaba y me hacía recordar a aquél Coppola que se supone que iba a cambiar Hollywood y se arruinó por ello.
Tras la magnífica El hilo invisible, Anderson nos regala otra joya llena de sentimiento, de nostalgia por una época que se nota que él ha vivido y que conoce bien. Pero, sin haber vivido en la California de los 70, cualquier espectador se identificará con las experiencias de sus protagonistas. Esa nostalgia e inocencia antes de ésta época "millenial" actual. Cuando no existían los móviles y el concepto de amistad y de amor era menos cínico. Licorice Pizza es una maravilla de película, llena de vida, de sentimiento, con alma. Lo mejor del cine clásico pero con hechuras de un Maestro del cine actual. Paul Thomas Anderson.