"Otra subnormalidad ha sido validada, y además está como la más votada…" ¡Viva el Filma y su(s) validador(es)!

Me encantó esta película. Un psicólogo-terapeuta consigue encandilar a una generación española de obesos del montón con la personalidad sin desarrollar. Les da lecciones sobre la vida, una vida que hay que exprimir al máximo. Les enseña que hay guiarse por el corazón, que hay que serle fiel a las convicciones de uno, y extraer con valentía todo el meollo a nuestra existencia.

El excéntrico y poco convencional terapeuta que todo el mundo quiere tener.

Estimado gordo: Rompe los libros y desnúdate. Roberto Enríquez es un ídolo.
Su actuación es increíble, de las mejores que le he visto nunca (y eso es mucho decir). Con razón le dieron el Oscar (ah no). Y con razón se lo pudieron dar también a Verónica Sánchez, otra que borda su papel. Sólo por ese par de actorazos la película merece la pena.

Pero las actuaciones no lo son todo, desgraciadamente.
Un defecto que le encuentro a la película es su irregularidad. No en lo que al ritmo narrativo se refiere (a eso no hay nada que reprocharle), sino más bien a las situaciones que se nos muestran y por consiguiente a los sentimientos que nos pretenden transmitir los personajes en dichas sitiuaciones. Cierto es que Antonio de la Torre es capaz de hacernos reír cuando quiere, así como es capaz de conmovernos con la misma facilidad. El problema es que a veces se cambia con demasiada brusquedad de una situación dramática a otra más alegre. Así como te estás riendo con algo, de pronto está Verónica Sánchez deprimidísima, de pronto hay otra divertida escena, y de repente volvemos al drama; y todo resulta demasiado impetuoso en ese sentido.

Pero lo peor es que esas situaciones, además de irregulares, a veces resultan demasiado teatrales y edulcoradas, como esas cursis charlas de Roberto Enríquez o las (a veces) forzadas reacciones de los demás protagonistas. Y la música no ayuda: es sin duda lo peor de la película. Recuerda a las bandas sonoras de telenovelas ochenteras y llega a empalagar tanto que acaba sentando mal al estómago.
La película no se lleva mejor nota precisamente por eso: por ser tan de color de rosa, al menos para mi gusto.

Por lo demás, Daniel Sánchez Arévalo, eres Dios.
La escena con la que da comienzo la cinta me pareció sublime.
spoiler: