Imagina que estas invitado a una entrega de premios en los que no sabes si si o si no te van a otorgar un galardón. Estas emocionado, intrigado y un agradable cosquilleo recorre tu estomago. Imagina que eres premiado a la media hora de gala y que tienes que chuparte otras tantas horas de gala sabiendo el resultado final de la misma. Imagina.

No tienes que imaginar demasiado con esta película. A la media hora, y los que la han visto saben de que hablo, ya sabes lo que sucede con la preparadora de declaraciones. Ahora solo te resta esperar otra hora y media mas de agónica declamación de Mario Casas que parece ser el único que no tiene las mínimas dotes de fisonomista para llegar a un clímax que ya conocías desde casi el comienzo. Yo me quede en la sala por la calefacción, con eso lo digo todo.