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España España · Logroño | Madrid
Voto de Jorge Pardo:
9
Intriga Un reportero fotográfico (Stewart) se ve obligado a permanecer en reposo con una pierna escayolada. A pesar de la compañía de su novia (Kelly) y de su enfermera (Ritter), procura escapar al tedio observando desde la ventana de su apartamento con unos prismáticos lo que ocurre en las viviendas de enfrente. Debido a una serie de extrañas circunstancias empieza a sospechar de un vecino cuya mujer ha desaparecido. (FILMAFFINITY)
21 de marzo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su día no entendí 'Rear Window'. No comprendí por qué debería parecerme especial una persona que se dedicaba, postrado en una silla de ruedas, a espiar a sus vecinos desde el salón de su casa. No lo entendí porque no me di cuenta de que yo, desde la silla de mi habitación, me estaba dedicando a hacer lo mismo. Y no sólo con James Stewart, Grace Kelly y sus vecinos, sino cada vez que le daba al play, me asomaba a cualquiera de las ventanas de mi casa o hacía zapping en la televisión evitando los realities, pero quedándome un ratito más si la cosa, de pasada, claro, se ponía interesante.

El juego que aquí propone Hitchcock, el de la doble ventana –la de la apartamento y la de su propia cámara– es, sin duda, uno de los más inteligentes que ha parido cualquier cineasta en la historia del séptimo arte. El espectador –Stewart o, ¿no éramos nosotros, el público?– vigila y es vigilado. El británico nos hace partícipes de la historia, entramos en la vivienda del protagonista, sentimos el calor asfixiante neoyorquino, queremos quedarnos un poco más en la casa de la bailarina, pasar rápido por la de la mujer solitaria, evitar la de la vecina sin interés, esa que sólo se dedica a tomar el sol y a sus esculturas, y formar parte de las fiestas que organiza el músico. Pero, ¿qué pasa si en una de ellas intuimos que se ha cometido un crimen?

A medida que avanza el metraje la pareja protagonista experimenta sentimientos encontrados: quiere saber más, sí, pero le incomoda, a la vez, invadir el espacio privado, aunque... un momento, ¿no estamos allanando nosotros, de igual manera, su espacio vital? ¿Y qué pasa si somos descubiertos, si desaparecen los límites, los encuadres, y el peligro se torna auténtico, dejando de ser, así, realidad filmada? Lo más seguro es que no dejemos de mirar... aunque sea por el rabillo del ojo.
Jorge Pardo
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