Al director de cine finlandés, Aki Kaurismäki, realizador de obras como El Havre (2011) o la chica de la fábrica de cerillas (1990) no le cae en especial gracia Sylvester Stallone. Ni tampoco su más exitosa saga, Rocky. Por este motivo, el director finlandés decidió rodar un cortometraje en blanco y negro de ocho minutos de duración, titulado Rocky VI (en realidad es una alusión cómica a la cuarta entrega de la saga de Stallone) en el año 1986, que lejos de ser un homenaje, era una parodia muy cínica de la saga Rocky. No se puede ser menos conciso cuando el director resumió el origen de su cortometraje en una significativa frase : “Es mi venganza contra Stallone, que en mi opinión es un gilipollas”.

Rocky VI nos presenta un combate singular entre Silu Seppälä (Rocky) y Sakari Kuosmanen (Igor, un boxeador soviético) y en todo momento no deja de ser una parodia de la película patriótica Rocy IV, realizada en el 1985, un año antes, y que presentaba un argumento bastante pronorteamericano en el que Sylvester Stallone tenía que enfrentarse esta vez con ni más ni menos que con un terrible boxeador Soviético. Un panfleto político que por lo que vemos enfadó bastante al director finés.

En esta ocasión Rocky no deja de ser un boxeador de apenas un físico endeble y más que escuchimizado, que no tiene cualquier posibilidad de victoria ante su bestia oponente soviético, que engulle pollos enteros como si se trataran de aperitivos. Mediante un montaje vertiginoso en el que Kaurismäki cuenta de todo en ocho minutos (incluyendo una parodia de los entrenamientos de Rocky) y siempre con música rock de fondo compuesta por el círculo de amigos de Kaurismäki (T.T. Oksala, Sleepy Sleepers, Nicky Tesco) y que seguramente recrea cómicamente las canciones archiconocidas de la saga Rocky como la mítica Eye of Tiger del grupo Survivor o No easy Way Out de Robert Tepper.

¿Y para qué sirve el cortometraje? Pues para aliviar las tensiones de Kaurismäki. Efectivamente se vengó de Stallone, porque el personaje que supuestamente interpreta a Rocky sale completamente noqueado del cuadrilátero, en una escena como mínimo interesante en la el boxeador tiene que marcharse con camilla y con la bandera norteamericana cubriéndole completamente el lomo, como si hubiera fallecido en acto de servicio. Desde luego un cortometraje buscador de polémica.