Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Kyrios:
7
Cine negro. Thriller Dos ex-convictos no demasiado brillantes son contratados para asaltar una lucrativa partida ilegal de poker. Las culpas recaerán sobre el organizador del juego y los ladrones podrán empezar una nueva vida. Por desgracia, el dinero robado pertenece a la mafia, que se pone en contacto con el investigador y asesino Jackie Cogan para encontrar a los culpables. (FILMAFFINITY)
25 de junio de 2013
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos yonkis se encuentran en una calle desolada, en la que nuestros personajes son los únicos atisbos de vida (pero que vida…), mientras empiezan a comentar su vida delictiva en un lenguaje totalmente basto, de fondo pero de manera desenfocada, vemos un cartel del candidato (la película está ambientada antes de que Obama ganara su primera legislatura) Obama en el que se lee la palabra Change (Cambio). Una patada en los mismísimos nada más empezar.

Y es que la película es uno de los ataques más crudos que se han realizado sobre el sueño norteamericano. Repasemos que es eso. Hay una fuerte creencia arraigada desde el nacimiento del país de que cualquier hijo de inmigrantes con esfuerzo y valía puede llegar a ser algo importante en la vida, al fin y al cabo, los Estados Unidos son un país de inmigrantes. Pues bien, Andrew Dominik destroza en mil pedazos esa fantasía. Y parece realmente justicia poética, porque si había alguien que podía contar algo parecido es él, pues Dominik es de origen neozelandés y está bien asentado en Norteamérica, pero precisamente no se autocomplace en su situación, sino que elabora una visión, un retrato del país tan salvaje, que es realmente elogiable por su parte.

Y lo podemos ver en un discurso final, que simplemente es magistral y eleva la calidad de la película por las nubes. No en vano el personaje interpretado por Brad Pitt ataca a uno de los pilares básicos de la constitución, Thomas Jefferson. Y recordemos que La constitución, junto a Jefferson, son de los dos pilares más sagrados que hay en Norteamérica. Pues bien, Dominik no tiene ningún pudor a coger los más sagrados ideales y tirarlos por el barro, un ejercicio sano que cualquiera habría de hacer con sus respectivos ídolos, pero que Dominik realiza sobre un enorme colectivo.

Y así es la película, una constante muestra de la hipocresía que se ha apoderado de la sociedad. Todo desde la perspectiva de la mafia, una mafia que ya no es lo que era, como el propio Brad Pitt comenta, una mafia que ya no es como la de los antiguos tiempos en los que el glamour se había apoderado de todos y en la que los capos vestían elegantes trajes de seda, no. A Dominik le interesa mostrar que los cambios que estamos viviendo hoy en día están presentes en todas las capas de la sociedad, incluidas las que están fuera de la ley. Por eso mismo el personaje de Ray Liotta es tan interesante, porque Dominik lo escoge y lo homenajea, pues nos recuerda al mafioso de la película de Scorsese, “Uno de los nuestros”, pero si allí teníamos glamour y canciones de Rock de fondo, ahora tenemos a un pobre pardillo que recibe una paliza de muerte. Dominik desmitifica la figura, como también lo hace con los dos Yonkis, que no tienen ni pajolera idea de cómo cometer un atraco, e incluso con el personaje de Gandolfini (que tristemente falleció hace unos días) que se presenta como un asesino de primera pero que acaba siendo una triste sombra de lo que fue, y se consume entre prostitutas y alcohol.

Los debates políticos salpican constantemente este contexto, siendo muchas veces protagonistas de la situación. Las palabras del expresidente Bush resuenan como un eco fúnebre, mientras Barack habla de esperanza, una esperanza que se oye en tugurios de mala muerte donde ese concepto dejo de ser una realidad hace mucho tiempo. América no es un país, es un negocio, palabras sacadas de la propia película, en uno de los monólogos más jugosos del film.

Formalmente también Dominik dinamite los conceptos pesados que tenemos sobre la mafia, porque precisamente le interesa mostrar ese alejamiento. Ya el inicio es bastante ejemplo de cómo trata el director la forma de la película, en una secuencia en la que se interrumpe constantemente la música y la imagen para mostrarnos los títulos de crédito, provocando un desasosiego en el espectador que se ve angustiado porque algo no está ocurriendo como él esperaba. Dominik se sirve de un control de tempos muy singular en el que el tiempo se realentiza de manera obligada, generando sensaciones diversas en el público. Por ejemplo en la secuencia del atraco, vemos una gran cantidad de primeros planos de los mafiosos que están siendo desvalijados por los dos nerviosos Yonkis. Mientras Dominik alarga la secuencia el espectador puede ver como los ladrones se van poniendo nerviosos y empiezan a cometer estupideces mientras vemos primeros planos de gente enfurecida. Por lógica, creemos que algo va a pasar y que esa situación va a estallar como un cóctel explosivo, porque estamos más que acostumbrados a este tipo de acciones. Sin embargo Dominik genera la tensión pero no la alivia, porque el desenlace no es el mismo que el que la forma estaba proponiendo.

Y de igual manera Dominik realiza el mismo truco en otras situaciones. Hasta en algunos momentos se sirve de la cámara lenta para mostrar asesinatos, pero no para relajarse y mostrar la violencia de una manera divertida, sino como un recurso más, para dinamitar la esencia.

http://neokunst.wordpress.com/2013/06/25/analisis-filmico-matalos-suavemente/
Kyrios
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow