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4
Drama Para divorciarse de su esposa Catalina de Aragón (hija de los Reyes Católicos y tía del emperador Carlos V) y contraer matrimonio con Ana Bolena, Enrique VIII (1509-1547) trata de obtener el apoyo de la aristocracia y del clero. Sir Thomas Moro, uno de los más notables humanistas europeos ("Utopía", 1516), ferviente católico y hombre de confianza del monarca, se encuentra en una encrucijada: ¿debe actuar de acuerdo con su conciencia, ... [+]
11 de octubre de 2013
11 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La frase es aplicable a muchos de los que salen aquí, desde el propio Rey, Enrique VIII (Robert Shaw) hasta Tomás Moro (Paul Scofield), personaje que de forma incomprensible no sólo ha sido santificado por la Iglesia Católica sino que a fecha de hoy sigue teniendo un buen crédito impresionante. Yo creo la clave de su éxito está en que se permite ser contrario al poder al mismo tiempo que más o menos conservador. Esta combinación enloquece a los liberales, tan abundantes hoy día, ya que les permite ser progres sin caer en el socialismo ateo. Sea como fuere, el catolicismo y los liberales lo han llevado a las altares como una especie de predemócrata pero con creencias religiosas y hasta con sensibilidad social, como demuestra en su libro "Utopía", retrato de un estado ideal, en realidad un horror totalitario comunista, cosa que según la filiación política del panegirista, callará o publicitará.

Por supuesto, Tomás Moro tenía sus luces y sus sombras, pero Fred Zinnemann sólo nos ofrece las primeras ocultando todo lo que le pueda perjudicar, lo cual convierte "Un hombre para la eternidad" en una manipulación como un piano. Para conocer al personaje, y por supuesto, todo el contexto histórico que aquí sólo se esboza, es mejor ver la serie "Los Tudor" (2007). Tal vez lo más censurable de Moro fue el odio con el que persiguió a los "herejes" hasta el punto de quemarlos. Entiendo que en aquellos años la tolerancia religiosa era complicada y tan pronto los católicos castigan a los protestantes como al revés, en cuanto podían, por lo que Tomás Moro participaría en algo que era común en aquellos años. Sí, pero hacer santo (¡además en 1935!) a alguien que mataba por la fe o lo que fuera es un error y un disparate que delata el fanatismo con el que a veces se adorna la Iglesia Católica.

Se alegará que la grandeza de Moro no estaba ahí sino en su conciencia que le impidió doblegarse ante el poder. Ahora bien, aunque en el lenguaje común decimos lo contrario, todos tenemos conciencia, digamos una moral, y a cada cual le dictará una cosa o la contraria. Por ejemplo, su conciencia le hacía oponerse al divorcio real pero la de otra persona bien podría llevar a aceptarlo, sin que por ello dejara de tener conciencia. Aquí de lo que estamos hablando es de una creencia religiosa llevada hasta el límite y como buen católico, Tomás Moro, se opuso tanto al matrimonio con Ana Bolena como a la separación de la Iglesia de Inglaterra de Roma. ¿Es esto bueno o malo? Pues depende de la fe o las ideas de cada uno. Las que muestra Moro no son nada convincentes sino dogmáticas e inflexibles basadas en el supuesto de que la Iglesia Católica tiene razón y el resto no, lo cual es muy injusto. Por lo demás, trucos de leguleyo o sofismas pero poca grandeza de espíritu y caridad.
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