Después de una sorprendente "Niños grandes" (2010), una comedia pasable, limpia y hasta con moralina, vuelve el peor Adam Sandler con una continuación que poco tiene que ver con la original, salvo que son los mismos personajes. Las críticas a esta película han sido duras, lo que viene a certificar el declive de este comediante que unos años atrás era de los más exitosos y alabados. Ahora se le ataca por "no ser divertido, por soez, por ser políticamente incorrecto y por su grosero machismo", pero antes se le reían las gracias por lo mismo. Sin embargo, siempre nos ha vendido el mismo producto, ahí está mí crítica de "Un papá genial" (1999) donde lo equiparo al hombre-masa de Ortega y Gasset. Adam Sandler da casi siempre vida a un megalómano que en todo momento tiene que quedar como el tío más guay, el más rico, el que liga más y el que queda por encima del resto. El mejor.

Dicho lo cual, "Niños grandes 2" es una película que abarcada demasiado y no concreta nada. Tiene como veinte tramas, no exagero, que se difuminan de inmediato porque al final lo que interesa es meter gags donde se ridiculiza a la gente, se hace el imbécil y nos volcamos en lo guarro con el clásico caca-culo-pedo-pis, de todo hay. El resultado es una cosa bochornosa que no va a ningún lado salvo reforzar el ego de nuestros héroes. Por ejemplo, son unos inútiles pero sus hijos son genios, así por las buenas. Por su parte ellas hacen en bloque un papel facilón, complaciente y a su medida de floreros o cachos de carne sexy y de lo más estúpidas, pero esto nada tiene que ver con el machismo. Aún así, hay alguna cosilla divertida, dos o tres a lo sumo, y algún secundario da cierto juego: Shaquille O'Neal metido a actor, el flipado hijo de Marcus (David Spade) y el raro rapero negro, que es un figura.