La presente película, basada en una novela del año anterior de Cameron Crowe, responsable del guión, se ha acabado convirtiendo, sin proponérselo, en una película de culto, quizás por su tono juvenil, su atrevimiento sexual y su reparto lleno de unas cuantas caras famosas. Por mi parte, reconozco que no me ha llegado a decepcionar precisamente porque no esperaba gran cosa pese a que la directora es Amy Heckerling y contaba con la presencia de Sean Penn y compañía. De hecho, su "Fuera de Onda" (1995) no deja de ser un calco de esta "Aquel excitante curso". Ahora me pregunto hasta qué punto Amy siguió el texto de Crowe y si en realidad la película que deseaba rodar en 1982 era la que hizo en 1995 o por lo contrario era lo que quería entonces. Lo digo porque a pesar de sus similitudes, mentalmente son muy dispares.

Sea como fuere, el largometraje pretende ser una radiografía de la vida estudiantil en un instituto norteamericano a inicios de los ochenta. Sin embargo, todo me suena a fantasía masculina obvia. Por ese camino las bellezas desinhibidas, las escenas sexuales, los desnudos o los juegos con zanahorias la acabaron catapultando como obra de culto para toda una generación aunque por el camino a veces pueda resultar algo vulgar y lo que es peor, muy frívola, irreal y vacía. A fin de cuentas no deja de ser un carrusel de escenas que pueden acabar así o lo contrario porque da igual. Sin embargo, a su favor tiene una puesta en escena ochentera, la pegadiza banda sonora, a la guapísima Phoebe Cates y a la aquí especialmente atractiva Jennifer Jason Leigh, cierto encanto y lo más raro, una crítica solapada que nos hace pensar.