Damos unas pirueta circense en la que pasamos de "Viernes 13. 2º Parte" (1981) a "Viernes 13: El final" (1993). Entre medias, 12 años y 6 películas más en las que el personaje de Jason ha ido evolucionando o degenerando, según se mire. Sea como fuere me planto a ver esta novena, y supuestamente, última entrega y descubro que lo que se era más o menos terror en la original y en su continuación se ha vuelto una cosa que cae de lleno en lo ridículo. Dejemos al lado el bizarro argumento o los familiares que dicen que Adam Marcus se saca de la manga. Fijémonos en que tal cúmulo de idioteces produce risa y vergüenza ajena pero nunca algo remotamente parecido al suspense. De hecho, prácticamente nada tiene que ver con el espíritu de la saga.

Para vosotros, voy a hacer una selección de los elementos más esperpénticos, dentro de una trama llena de ridiculeces: El negro, "cazador de cabezas" que se las sabe todas, el otro con el programa de televisión, la secuencia cárcel rompiendo dedos, a la que no daba crédito, el policía protestando sólo cuando le quieren afeitar el bigote, el bueno en busca de "pruebas", los símbolos a lo "Nosferatu", el momento "me quedo atrapado en este hueco y hago que me escondo para que no me vean", cuando se queda dormido en el andén, la camarera llorosa que se cae de bruces cuando Jason entra, el dueño disparando con un tembleque a lo Chiquito de la Calzada, la pelea en el local, el cuchillo que no son capaces de coger, etc. Lo mejor, el instante final.