El resurgir del subgénero del 'slasher' (psicópata asesino de adolescentes) empezó a mediados de la década de los noventa con la primera entrega de Scream (1996). A partir del éxito de ésta llegaron toda clase de variantes de asesinos enmascarados acuchillando aquel que se ponía por delante, casi siempre ocultando su identidad hasta los compases finales de las películas. Sé lo que Hicisteis el Último Verano (1997), Leyenda Urbana (1998) y las posteriores secuelas de todas ellas -y de la misma Scream- son las más recordadas. Scream, con el tonto subtítulo en España de Vigila Quién Llama, está dirigida por Wes Craven, que pone imagen a un guión de Kevin Williamson -que seguiría escribiendo guiones de este tipo hasta que se cansaron del subgénero y de él-.

Joven y por entonces casi desconocido reparto: Neve Campbell (Juegos Salvajes), Courteney Cox (Friends), Skeet Ulrich (Mejor... Imposible), David Arquette (Arac Attack), Matthew Lillard (Los Descendientes), Jamie Kennedy (Tres Reyes), Rose McGowan (Embrujadas), Drew Barrymore (E.T. El Extraterrestre) y Liev Schreiber (X-Men Orígenes: Lobezno).

Todo sucede en la ciudad -en realidad ficticia- de Woodsboro, en California, lugar donde un asesino enmascarado va matando a los adolescentes basándose en las reglas del mismo cine de terror al que pertenece esta misma peli. ¿Sospechosos? Cada actor y actriz que aparece en pantalla.

Será que cuando salió Scream hacia mucho que no se estrenaba una película de este tipo, pero desde su llegada a las pantallas se convirtió en un instantáneo éxito de taquilla y de público. De hecho, el traje del villano se ha convertido en unos de los más celebrados iconos del cine de terror contemporáneo, reconocido por todos. Tanto gustó que poco tardaron en llegar dos secuelas más (flojas), y una tardía cuarta parte tampoco destacable. Los siguientes crímenes de Ghost Face (el villano) serán en la pequeña pantalla, con una serie que produce MTV,

La saga fue desfalleciendo en calidad, sin equiparar nunca el resultado de esta primera parte, la buena, también algo irregular. Sus méritos: revivir el género, buen traje del villano y mejor identidad del mismo, no escatimar en violencia, y una escena para el recuerdo, lo mejor que ha filmado Wes Craven en su carrera; me refiero al magistral prólogo, suspense del bueno, mejores sustos y el único momento en el que Scream consigue ser terrorífica utilizando las referencias cinéfilas -que después se van olvidando de meter-. Buen subidón para empezar un film que nunca alcanza esta cota inicial.

Lo malo, que también tiene: Scream cae en los clichés de las mismas películas a las que en principio debiera evitar. Y los actores, nunca me han gustado sus personajes -ni la Campbell, ni mucho menos la periodista (Cox) y el puñetero policía (Arquette)-.