Jonathan Kaplan es un director que vivió su momento álgido cuando en 1988 estrenó la que hasta hoy es su película más conocida, aunque no por ello recordada, Acusados, por la que Jodie Foster ganó su primer Oscar. De su carrera no destaca nada más salvo un moderado éxito en taquilla en 1992 con Falsa Seducción, que obtuvo una recaudación de 57 millones de dólares, lo que sin duda dio beneficios porque no se ve un presupuesto muy elevado en su producción, salvo por pagar los sueldos de sus tres actores principales: Kurt Russell, Ray Liotta y Madeleine Stowe, los tres al igual que el director en un buen momento de sus carreras.

La historia gira alrededor de un matrimonio de clase alta formado por los personajes de Russell y Stowe, atacados en su domicilio por un vagabundo. Es entonces cuando llaman a la policía y conocen al oficial Pete Davis (Liotta), que se enamora de la mujer de la casa, entablando amistad con la pareja debido al suceso, aunque con el objetivo real de sacar de circulación al marido para quedarse en propiedad con la buena de Stowe.

Esquemático thriller sin sorpresa alguna en su desarrollo y guión. Todo se ve venir desde el mismo momento en que hace presencia Ray Liotta. De hecho, voy a ser tan esquemático como el film en sí mismo y lo voy a diferenciar en sus tres actos, vistos saciedad de veces:

La Introducción: trata la amistad que se forja entre los tres personajes principales, hasta que el policía comete un error que demuestra que tiene un lado oculto peligroso, que hace que el marido de la pareja le pida que se aleje de sus vidas.

El nudo: Es aquí cuando el villano no se toma de buen grado la decisión y se pondrá en plan Max Cady en El Cabo del Miedo, lo que quiere decir que puteará hasta la extenuación al personaje de Russell: le anula sus tarjetas, le apunta con una pistola, le mete en la cárcel... Es el tramo de la película donde parece que va a ganar el malo pero...

La parte del desenlace la dejo en la sección de Spoilers, aunque creedme si os digo que está lejos de que os pueda sorprender.

Previsible y anodina, solo la interpretación de un acertado Liotta y la presencia física de Madeleine Stowe son un reclamo para ver este trillado thriller, donde ni siquiera se puede destacar la labor del casi siempre excelente Kurt Russell, que aquí parece como dormido, aunque tampoco había razón para que estuviera muy motivado viendo el libreto de esta trivial (aunque tampoco molesta) Falsa Seducción.