ESTADOS ÚNIDOS SE VUELVE A MIRAR EL OMBLIGO

Nunca una película se ha acercado tanto a una simulación de documental, y a la vez se ha alejado tanto del mismo, debido a su falta de rigor.

Estamos ante una película que trata de mostrarnos el día a día de un grupo de marines destinados en Irak. El problema es que precisamente solo muestra eso: el día a día. Se reitera en cada una de sus misiones, quizás para hacernos partícipes de lo repetitivo de sus vidas, pero no hay que olvidar que una película debe entretener, enseñar, emocionar, descubir... y no únicamente mostrar la dudosa realidad de una misión humanitaria.

Tres son los marines protagonistas, cada uno cargado con su cliché correspondiente:

-El marine que se derrumba ante la situación que se le presenta.
-El marine carente de sensibilidad, que pretende emocionarnos con un atisbo de bondad, nada creible por la progresión de su personaje.
-El marine negro y cargado de cordura, que lo único que pretende mostrar es que en las fuerzas armadas de los Estados Unidos existe la diversidad étnica.

Por otro lado, estoy harto de ver películas en las que los norteamericanos no paran de mirarse el ombligo. Irak no ha sido, ni es, un conflicto únicamente estadounidense. En ningún momento se muestra ninguna otra nacionalidad y tampoco se muestra como debe sentirse aquel que ve como las calles de su país se llenan de tanques, marines, armas... sino para indicarnos que es un posible terrorista.

Tampoco quiero dejar pasar que, o bien no me creo las noches de viriles borracheras o me da bastante miedo pensar que, de ser ciertas, los artificieros sigan desactivando artefactos explosivos en estado de resaca el día posterior.

En definitiva, estamos ante a un film bélico que sobrepasa la corrección estética, pero que está muy lejos de hacernos partícipes de lo que realmente debe ser vivir una guerra, sea desde el bando que sea.