"Blood Father" no será una joya del género, pero sí una prueba de que el Mel Gibson de los 80 y 90, aquel que parecía un recuerdo lejano y que probaba suerte con regresos que en general que no terminaban de cuajar (véase "Al límite", aún contando como excepción positiva la muy divertida "Vacaciones en el infierno"), sigue ahí y puede vivir perfectamente en estos tiempos haciendo lo que mejor sabe en películas contundentes que no engañan a nadie.
El guión va de correcta a mejor de forma progresiva, centrándose en desarrollar los personajes de Gibson y Röhm en medio del conflicto que va creciendo en espiral y tomándose ligeros tiempos para presentar y desarrollar su relación padre e hija. Es un libreto que va directo a lo que propone: una película de acción de las de antes, con fuerza rítmica y tensión en varios pasajes. Espera justo eso y serás recompensado.
La factura técnica es muy acertada, sobre todo en las escenas de acción y en medio de tramos de carretera desérticos. La dirección es potente y la banda sonora hace acto de presencia cuando debe e impone en los momentos tensos.
Las interpretaciones, exceptuando la de Mel Gibson, se hallan con acierto dentro de la media y sin tampoco pretendiendo destacar o superarse. Gibson es la verdadera estrella y la razón de ser de la película. La historia y su director lo saben, por ello su personaje es el que más matices tiene y desde luego permite al actor verse en su salsa a nivel dramático y físico. No nos engañemos, es el papel que ha hecho varias veces y está cortado a su medida. Pero lo hace genial y de todas las películas recientes que ha hecho, aquí reluce mejor que nunca. Hasta la edad le sienta fenomenal, en la línea de George Clooney.
Con una historia sencilla, directa al grano y bien desarrollada, "Blood Father" es una seria y correcta película de acción como las de antes y un buen regreso de Mel Gibson, demostrando que sigue pudiendo sostener una película sobre sus hombros y que el verle en la gran pantalla sigue siendo estimulante.