Arantxa Echevarria es una de esas directoras noveles que nos dicen que aún queda muchísima esperanza para el cine español.Con su primer film demuestra que ya lleva cierta experiencia a cuestas trabajando con otros y nos regala una película única y necesaria, que no tiene comparación o semejanza con ninguna otra.

A los logros de su filmación se añade cierto apego por el documental y una inmersión en el mundo calé que nos hace participes de su folclore, cultura, tradiciones, machismo y del papel de la mujer dentro de todo este particular universo. Del que tienen y del que deberían tener.
Si bien es cierto que la sinopsis bien podría pasar desapercibida si no fuera una historia de amor entre dos chicas gitanas, Echevarria consigue crear una película llena de belleza y elegancia. A diferencia de ‘’El mundo de Adele’’ se opta por un retrato más intimista y digno, donde no se sexualiza el cuerpo de la mujer y en el que la historia de amor vale por si sola.

Carmen y Lola es la historia de dos chicas que no tienen absolutamente nada en común pero que conectan en un momento determinado y se enamoran locamente, intentando mantener su amor a flote en un ambiente adverso y hostil.
El sueño de Carmen es montar su propio salón de peluquería. Es una chica aparentemente feliz que pasa el tiempo con su familia y con su novio, el que la ha pedido y con el que se va a casar. No ha ido a la escuela y tampoco aspira a ser algo mas que madre, esposa e hija.
Lola sin embargo es un espíritu libre. Odia ser mujer porque no quiere cumplir el papel que se les tiene reservado a las mujeres. Está estudiando en el instituto y quiere convertirse en maestra. Enamorada del mundo de las aves, admira todo lo que reclame cierta parcela de libertad de ser y de estar. Por eso, queda prendada de Carmen, en la que ve cosas de sí misma que ni la propia Carmen conoce aún.
De este modo, dos personas totalmente distintas se aportarán mucho la una a la otra y crecerán en diversas formas a través de sus encuentros furtivos.


Mención especial a los últimos minutos del film donde el conflicto inicial estalla y nos muestra una tragedia que se cuece a fuego lento con momentos clave donde estallamos en rabia y tristeza junto a nuestras protagonistas.
Zaira Morales y Rosy Rodríguez están espectaculares en sus papeles. Y más teniendo en cuenta que son actrices noveles, que al igual que el resto del reparto no tienen ninguna experiencia previa. Su modo de actuar se adapta a la perfección a lo que se espera de sus personajes. No obstante, sus demás compañeros también consiguen crear una armonía perfecta durante todo el metraje.
Los padres ficticios de Zaira Morales nos regalan momentos de gran desgarro y emotividad.

No es solo una película bonita, también es necesaria.
Porque alza la voz donde otros pretenden callarla y nos sumerge en un entorno adverso en el que es difícil encontrar cierta parcela de libertad. La homosexualidad dentro del mundo calé aún sigue siendo un tema tabú, por ello es muy de agradecer la existencia de una cinta como esta.
Ojala más directoras como Arantxa dentro del cine español…