Tenía esta película pendiente desde hace mucho tiempo, pero hasta ayer no tuve la suerte de poder verla. He de decir que es una auténtica maravilla, un debut como director del actor Juan Diego Botto lleno de dramatismo y de esperanza.


El guion que escribe junto a Olga Rodríguez nos cuenta la historia de un grupo de personas que aparentemente no tienen nada en común y cuyas vidas acaban por cruzarse en determinados momentos. Tenemos a una joven madre que trabaja como cajera en un supermercado y que está luchando por todos los medios para impedir que la desahucien de su hogar, a un abogado idealista que se desvive por ayudar a los más necesitados sacrificando su propia vida personal y a una señora mayor cuyo marido murió hace tiempo y que ha perdido el contacto con su único hijo debido al negocio que este emprendió hace años con la ayuda de sus padres (algo que trajo consigo una enorme deuda para ellos que ahora se materializa en una carta del banco donde le dicen que van a perder su vivienda muy pronto).


Además de estas 3 historias principales, aparecen historias secundarias como la que abre el inicio de la cinta con una niña pequeña que se llevan a un centro porque no dan con la madre o por ejemplo la del hijastro y la esposa del abogado a quienes está perdiendo por no dedicarles el tiempo suficiente. Aunque las historias secundarias ocupan menor espacio en pantalla, no por ello son menos importantes y están igual de bien desarrolladas que las principales a pesar de que sepamos menos de sus protagonistas.


Juan Diego Botto crea una obra que parece casi un documental. ‘’En los márgenes’’ pertenece a ese tipo de cine social (que habla de problemas del día a día), necesario y reivindicativo. Son pocas las cintas que han abordado de una manera tan honesta y cercana el problema de la vivienda en España. La cinta incluso incluye un fragmento donde salen afectados reales pertenecientes a la PAH (plataforma de afectados por la hipoteca) que narran sus problemas. Los personajes son reales, cercanos y terriblemente sinceros en su angustia interior al afrontar un terrible problema en el que miles de personas se ven inmersas cada día y que las convierte en una especie de seres excluidos de la sociedad, que se ven de un día a otro en los márgenes, luchando por sacar adelante a sus familias. Su miedo, su soledad, su angustia, su rabia, su dolor. Son tan cercanos que incluso los puedes tocar y sentir como propios. La cinta nos dice que nadie está libre de atravesar estos problemas por lejanos que le puedan parecer en un principio. Un día estas arriba y al siguiente puedes estar abajo. En un momento te puede sonreír la fortuna y de pronto lo puedes perder todo. El desahuciado no tiene un único perfil. Puede ser un anciano pensionista que ha trabajado durante toda su vida para gozar de una vejez cómoda y tranquila que no va a poder disfrutar, una cajera de supermercado, una inmigrante que trabaja casi las 24 horas del día para llegar a fin de mes, un hombre de éxito al que despiden del trabajo y que se siente un fracasado y no sabe cómo afrontar sus problemas, una familia numerosa y un largo etcétera. El desahuciado podemos ser absolutamente todos nosotros.


Y donde brilla especialmente la cinta es en el retrato que hace de la sociedad y en su forma de explicarnos que la solidaridad y la empatía pueden llegar a salvar vidas, que es cuando estamos unidos y tenemos el respaldo de los demás cuando los problemas se hacen frente de otra manera. El personaje de Azucena por ejemplo piensa en tirar la toalla miles de veces e incluso llega a plantearse el suicidio. Sin embargo, una plataforma que intenta evitar los desahucios se convierte en su mayor apoyo y en el motor que le da fuerza y la impulsa a seguir luchando por lo que es suyo. El no sentirse solo en una lucha hace mucho. Esas personas que te acompañan y te arropan con su empatía y solidaridad son muy importantes. Debemos aprender a escuchar al otro, practicar la empatía y ver que todos podemos llegar a pasar por los mismos problemas, dejar de mirar hacia otro lado y sobre todo dejar aparte eso de ‘’es que no es mi problema’’ que en la cinta tantos personajes usan como bandera para no complicarse la vida. Como bien explica el personaje de Rafa a su hijastro (el típico adolescente que pasa de todo y que al final acaba sufriendo una transformación brutal durante el transcurso de la cinta), podemos ignorar lo que nos rodea solo cuando no lo vemos. Cuando escuchamos a esas personas y somos conscientes de sus problemas, mirar hacia otro lado deja de ser una elección y pasa a definir el tipo de persona en la que queremos convertirnos en el futuro.


Una de las cosas que hacen brillar más a la cinta es la aparición de dos pedazo de actores como Luis Tosar (quien para mi es el mejor actor español actual que tenemos en nuestro país) y Penélope Cruz (que en esta cinta lo borda y se sale de la pantalla para convertirse en una persona real). Sobre todo, esta última me ha sorprendido gratamente. Es increíble como habla, como gesticula, como se mueve y se expresa interpretando a Azucena. Te crees completamente que es una chica de barrio que está luchando con uñas y dientes para que su hijo no se quede sin techo y comida. Casi se podría decir que realiza la mejor interpretación de su carrera en esta cinta. Es un cambio de registro brutal y sorprendente. Juan Diego Botto practica el ‘’yo me lo guiso, yo me lo como’’ y aparece en la cinta como marido renegado de Azucena que se avergüenza de su situación económica actual y abandono la lucha hace tiempo. Aunque aparece menos tiempo en pantalla, su actuación es una muestra de la diferente forma que tienen de comportarse las personas ante una crisis. Sigo en spoilers por falta de espacio.