Cuando la vi de pequeño me llamó más la atención esta discreta cinta de acción con ribetes de fantasía. Cuenta la historia de un chico que conduce un coche por una carretera desierta para llevárselo a su dueño. En mitad de una tormenta recoge a un autoestopista que se comporta de manera extraña, así que decide echarlo del coche pero éste se revuelve y amenaza con matarle. De un volantazo consigue deshacerse de él y proseguir su camino. Sin embargo, una familia le adelanta con su coche y el joven comprueba horrorizado que en el asiento trasero llevan al autoestopista psicópata.

Carretera al infierno es una película de culto de los ochenta que veinte años después fue objeto de un remake. Está protagonizada por Rutger Hauer, que interpreta a un peligroso psicópata que hará la vida imposible a un joven veinteañero encarnado por C. Thomas Howell. El comienzo es prometedor sin embargo, a medida que transcurren los minutos la película empieza a desvariar. No sabemos de dónde sale Rutger Hauer, cómo sobrevive a los encontronazos que tiene con el chico, cuál es su finalidad, etcétera. Es como una especie de ser sobrenatural que juega con el muchacho a complicarle la vida ante la policía cargándole la culpa de varios asesinatos.

El filme está bien hecho desde el punto de vista técnico e incluye numerosas escenas de acción con tiroteos, persecuciones y explosiones. Sin embargo todo el suspense creado al comienzo se diluye en favor de la acción. El guión se decanta por la violencia pura y dura en lugar de continuar desarrollando una intriga mínimamente creíble. La acción acaba resultando inverosímil y la película se adocena por completo. A parte de los dos actores principales, destaca la presencia de una joven Jennifer Jason Leigh.