Ver a Woody Harrelson desatado es lo mejor que le puede pasar a cualquier película. Nada tiene que ver con cualquier otra cinta de igual temática, la mezcla de gore, comedia y absurdo me ha encantado. No hay que fantasear con explicaciones de la situación dada, una epidemia ya por sí misma inexplicable, así que no hay mejor manera de acortar que tomando los atajos del servilismo más estupendo cara al espectador medio y poco exigente, como un servidor. Los diálogos funcionan cuando lo importante es divertir, más sano objetivo no podía tener un director. Esas buenas intenciones no siempre son suficientes, Ruben Fleischer lo hace bien porque pudiendo hacer lo que quiere lo consigue de manera eficaz y atractiva, poniendo un par de ejemplos bastan: hacerse con un Hammer, el utilitario más grande posible, y el cameo de Murray, simplemente de otro nivel, de otra esfera, una dimensión distinta, una genialidad.

Puede que el final sea no una vuelta de tuerca más sino mil, pero nadie puede decir que eso no suponga coherencia; ¿cómo han llegado nuestros protagonistas hasta ese parque?, estamos hablando de zombies, que ya es una irrealidad manifiesta, así que por qué no superarse, sólo un Woody Harrelson podía protagonizar una locura así. ¿Y las normas para sobrevivir? Pequeñas genialidades una tras otra. Es difícil hacerlo mejor, el toque personalísimo funciona y como ejemplo de caos absoluto no puedo hacer otra cosa que recomendarla firmemente.