Siempre es motivo atrayente para ir al cine el estreno de turno de Álex de la Iglesia. El ex director de la academia de cine retoma su puesto detrás de las cámaras tras “La chispa de la vida” y su presentación de las dos Españas en “Balada triste de trompeta”, criticando en esta ocasión siempre con sorna y humor ácido las relaciones matrimoniales, las decisiones judiciales en divorcios y en general la guerra de sexos que siempre cohabita entre nosotros.

Se aprecia en ella un retorno al pasado, buscando absorber del éxito que le supuso “El día de la bestia” (su mejor película en mi opinión), solo que esta vez en dirección opuesta –en lugar de Bilbao a Madrid, de Madrid a Navarra– , y como siempre buscando meter el dedo en la llaga en las problemáticas actuales (ya sabemos que de la Iglesia es un director comprometido con los problemas sociales y siempre rinde cuentas en sus films), donde vemos a los personajes tomar decisiones drásticas ante la cruda realidad que se le presenta, pero eso sí, llevado al histrionismo de los personajes.

Álex de la Iglesia, director de abusos, sorpresas, intrigas hiperbólicas, análisis lascivos de sociedades y ahora de aquelarres navarros, nos presenta “Las brujas de Zumarragurdi”, su último y divertido desfase en el que nos cuenta las peripecias de unos ladrones justos de luces, que tratando de huir de la justicia se adentran en pleno nido de brujería. Para ello ha querido tirar de marketing y populismo al contar con dos de los actores masculinos con más tirón dentro de las féminas, como son Hugo Silva y Mario Casas, y acompañados de un enorme y variopinto reparto (Carmen Maura, Jaime Ordoñez, Terele Pávez, Macarena Gómez, Pepon Nieto, Secun de la Rosa, Carolina Bang, Carlos Areces, Santiago Segura, Enrique Villén, María Barranco, Javier Botet y Alexandra Jiménez) que redondea la idea del despelote y de la aventura más alocada.

La pena de la película está en que a pesar del gran disfrute que me causó en la primera hora, con escenas muy bien filmadas, un ritmo endiablado y un tono de humor negro que me causó muchas carcajadas (sí, varias risas sonoras); termina reincidiendo en el mal de los últimos 30 minutos, donde tanto guión, como dirección de actores se le van de las manos (Carmen Maura está muy floja en la parte final), para mostrarnos un nefasto tramo conclusivo con acumulación de sinsentidos, con criaturas barrocas y excesivas que hacen perder el interés del espectador, y evidentemente bajar el producto global varios peldaños.

Sin duda una pena, aunque a pesar de ello es justo decir que en términos generales disfruté de grandes momentos de acción (la escena del robo en Sol es muy grande) y de actuaciones para mi gusto adecuadas a las exigencias de guión (ahí incluyo a la pareja protagonista). Sobresaliente Terele Pávez y Macarena Gómez fundamentalmente. Por cierto que sigo sin entender la obsesión del director por contar siempre con una mediocre actriz como Carolina Bang, quién aporta unas dotes alejadas de la interpretación, pero por las cuales parece realmente embrujado el bueno de Álex de la Iglesia.

Divertida, excesiva y en general para los que no se molesten en demasía con el cine del director bilbaíno y que sepan esperar a su próxima cinta para alcanzar la satisfacción de principio a fin (veremos).

Valoración: 5,5

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