En cierta medida, los que escribimos en FA somos como los “negros” que menciona el escritor sin nombre de la peli de Polanski. Seres anónimos que gracias a esta página hemos aprendido a canalizar el tiránico yugo de nuestra pasión cinéfila y que -por si fuera poco- hemos accedido a someter nuestros constreñidos textos al puñetero e infame límite de los 3000 caracteres y al humillante y bochornoso veredicto de esos inflexibles burócratas llamados validadores.

Pero ahí no acaba todo, amigos. El relativo éxito o fracaso de nuestros textos viene determinado, además, por las votaciones a favor o en contra emitidas por otros “negros” como nosotros. Conocidos o desconocidos camaradas que, en última instancia, acaban situando nuestras martirizadas reseñas en una posición más o menos privilegiada. Y ahí quería llegar, amigos. A los síes, a los noes. A los mecanismos que, de algún modo u otro, determinan si lo que escribimos tiene una buena, mala o nula aceptación. Unos mecanismos, en definitiva, que premian, castigan o ningunean lo que vamos escribiendo.

Obviamente, este texto no tiene demasiados números para llegar muy lejos. Entre otras cosas porque para relacionarlo con la peli hay que leer entre líneas. Algo que no todo el mundo es capaz de hacer. Y precisamente por eso me veo obligado a explicitar, para que me validen esta crítica de una puñetera vez, que la peli de Polanski me ha gustado porque -al margen de constituir un más que solvente thriller- logra transmitir un clima de peligrosidad endiabladamente gélido, siniestro y malsano.

Yo diría, en cualquier caso, que FA se asemeja muy mucho a ese sombrío y escabroso universo polanskiano (“La semilla del diablo”, “Repulsión”, “El quimérico inquilino” y, por supuesto, “El escritor”) en el que determinadas fuerzas ocultas planean -inexorablemente- sobre nuestras cabezas. Para que nos entendamos, algo parecido a la CIA que nos describe Roman Polanski. Fuerzas inicuas e intangibles que, amparadas en su impune anonimato, no dudarán en clavarle un afilado NO a tus críticas si, por la razón que fuere, no comulgas con sus perversos criterios. Pero lo peor no es eso, amigos. Lo peor es tener fundadas razones para sospechar que algunos de esos viles y rastreros fusiladores están presionando a ciertos validadores para impedir que comentarios como éste salgan publicados.

(Atención: en el spoiler desvelo partes del argumento. Sobre todo del final)