Por mi edad (cuarenta y pocos) nunca fui de Power Rangers ni de Bioman ni de las diversas copias baratas que pululaban por Telecinco y Antena 3 en los noventa. Supongo que me pilló en esa edad en la que los programas infantiles se me empezaban a quedar cortos y empezaba a verles las costuras con sus tramas repetitivas, sus moralejas moñas y sus finales felices. En el caso de “Power Rangers” todos los episodios estaban sangrantemente cortados por el mismo patrón y resultaban predeciblemente aburridos: introducción al capítulo con alguna trama cómica o romántica, un monstruo surgía de la nada para aterrorizar al colegio, al Mercadona o algún otro sitio del pueblo, los Power Rangers se enfrentaban por separado al bicho, el bicho los derrotaba, luego trabajaban en equipo para cargárselo pero unos sicarios le lanzaban un rayo que lo recomponía y lo aumentaba de tamaño, momento en el que los Power Rangers juntaban sus máquinas para hacer un transformer gigante y rematar al muy asqueroso, antes de irse a tomar un batido.

La verdad es que los veintipico minutos de cada capítulo estaban muy bien aprovechados, pero eran siempre lo mismo y la serie pasó a la lista negra de cosas que no ver salvo que no quedara otro remedio (aunque a alguno le sorprenda, no siempre ha habido “Netflix” o “HBO”). Así que cuando se hizo esta película me dio una pereza enorme verla, me puse a ello sin demasiadas expectativas y la verdad es que el resultado está bastante bien.

La película supone un completo lavado de cara y una inteligente revisión del clásico para adaptarlo a los estándares actuales. Los protagonistas no son los ingenuos pipiolos sonrientes de la serie, sino chavales con cierta complejidad en sus personalidades, bastante identificables con chicos de instituto de hoy en día, algunos optimistas, algunos más realistas, algunos conflictivos, otros empollones… tenemos la esperable y artificial diversidad de género, raza y psicología a la que obligan los códigos morales actuales, pero funciona, no resulta forzada y, en todo caso, encaja en los esperado en la juventud de hoy mejor de lo que encajaban los originales en la sociedad de hace treinta años.

Y a unos personajes con los que es más fácil empatizar, se les recubre de una trama razonablemente compleja, que sirve de epìsodio cero explicando el contexto y los orígenes del clan Ranger primero y recorriendo los lugares comunes esperados después, pero de una forma natural, bastante convincente y con unos efectos especiales más que decentes, de los que podemos encontrar en cualquier película de ciencia ficción de gama media/alta. El resultado no es “El séptimo sello”, pero es más que meritorio. Entretiene y te tiene atento para ver qué pasa a continuación, sin resultar infantil o simplona como se podría temer antes de empezar.

Cumple con lo que se espera y, en mi caso mejora expectativas. Se le puede poner tranquilamente a la chavalería para tenerles un rato entretenidos sin miedo a que les pase como a mi con la serie.