Como apunta la mayoría, la película se centra en el lamentable suceso que conmovió y dividió a Francia relacionado con el caso Dreyfuss, un hombre acusado y condenado injustamente por alta traición a la nación. Zola fue uno de los exponentes más visibles que defendiera al acusado, de ahí que la película exalte a través del escritor, y no sin motivos, uno de los grandes pilares de la cultura humana como es la justicia. El estamento militar se cerró en bloque para que no se pusiera en duda su honorabilidad, y eso a costa de deportar a un inocente y condenarlo a la muerte en vida. Las intervenciones de Zola en el juicio y su anterior declaración de principios acusando la falsedad de las instituciones en el caso Dreyfus suponen cimas de intensidad dramática de una calidad incuestionable.

Paul Muni está inmenso en la caracterización del escritor. Ante un papel de protagonista tan determinante no es fácil que las cosas salgan tan bien. Desde sus inicios, con una existencia de pobreza material y acompañado por el pintor Paul Cezanne, Zola da muestras de su integridad y de sus valores humanos. Suerte para Dreyfus que esa actitud vital será rescatada más adelante en tiempos de opulencia, suerte de la huella de Cezanne y sobre todo, un acierto de la película.

Sin embargo, no pienso como la mayoría y aunque la película sea buena de verdad, con un guión estupendo, no he sentido la conexión necesaria con los personajes y los hechos, así que mi participación se ha producido desde una lejanía personal. Cuestión de meterse o no en la historia de Dreyfus y la vida del escritor. Así que está bien, pero no, para mí no es para tanto.