Estados Unidos es uno de los países más odiados del mundo, así que, tal y como está el patio, de vez en cuando les toca sufrir el terrorismo que lacra el planeta desde el 11 de septiembre.
Y como es muy propio de Hollywood, cualquier atentado gordo termina siendo una película patriótica con la que los estadounidenses tratan de lamerse las heridas.
El film sigue, al principio, el típico esquema de mostrar a muchos personajes distintos que solo tienen en común encontrarse en un mal sitio en un mal momento.
Recrea (y doy por hecho que bastante bien) el antes, durante y después de las bombas en el maratón (¿o es la maratón?) de Boston.
Como suele pasar, hay algo de preámbulo para que veamos lo normales y humanos que son los personajes, pero no solo no se enrolla tanto como otras con esto, sino que al final se centra completamente en la investigación y gestión de la crisis. Más que un drama, es un relato de las pesquisas policiales, adornado con grabaciones reales que le dan un cierto toque de documental.
Del reparto, tenemos a Mark Wahlberg. Para mí, este tipo es el típico actor mediocre al que le dan buenos proyectos por su fotogenia, pero que nunca ganará el Óscar. Lo cierto es que no es malo actuando, pero tampoco es demasiado bueno. Nunca me ha dado frío ni calor, pero la verdad es que muchas de sus películas (como esta) son muy recomendables.
Prefiero aquí a Michelle Monaghan, a John Goodman (con muchos menos kilos que antes) y sobre todo a Kevin Bacon, que es el que más se mete en su papel.
La banda sonora me ha parecido bastante mala, nada que ver con la épica o el dramatismo que podría haber tenido.
Sin duda, lo más memorable es la secuencia del tiroteo en plena calle, muy bien hecha, y único momento donde la película me ha hecho sentir algo. El resto me ha parecido un poco frío a nivel de emociones, a pesar de los acontecimientos que está narrando.
Y es que, desgraciadamente en el mundo en el que vivimos, nos estamos acostumbrando e incluso insensibilizando un poco a estos terribles actos del maldito estado islámico. Al menos el mensaje final es bastante positivo, dentro de lo que cabe.
Eso de incluir declaraciones de los verdaderos protagonistas de los hechos reales antes de los créditos, se está convirtiendo en una costumbre últimamente en el cine. No me parece mal.