Colombia nos sorprende con guiones sólidos que la cuestionan.
El conflicto armado que hace varias décadas la atraviesa no por conocido no deja de ser doloroso, y esta es una película sobre esa particular forma de violencia, tal vez la tremenda, no para quienes las protagonizan, llámense guerrilleros, paramilitares y soldados, sino para aquellos que se encuentran (dicho en términos castrenses) en el “teatro de operaciones” que son los campesinos, sin duda alguna los mas sufridos dentro de un pueblo que ha sufrido mucho.
Y en el caso de este filme con la particular visión que da la mirada inocente de los niños, que a fuerza de sentir la violencia que los rodea, ya que se cuela por todas las rendijas, son menos inocentes y menos niños.
Merece particular aprobación la elección de los protagonistas ya que lo hacen de una manera soberbia.
La producción es cuidada sin necesidad de recurrir a efectos made in Hollywood, vemos que se puede hacer buen cine. Es una película que tensiona pero que no decae a lo largo de su desarrollo.
No es una película que vería con mi hijo, pero si es un filme que recomendaría a un padre.
En síntesis. Bravo Colombia por la madurez cinematográfica, ojala que llegue el momento en que la violencia de izquierda y de derecha sea una cuestión pasada de moda y se muestren otras realidades más felices.