Si Oriol Paulo hubiese nacido hace cien años en un pueblo perdido de Francia, Inglaterra o Italia, se llamase Etienne DuBois, William Brown o Dante Amato y hubiese desarrollado su carrera en las décadas de los 30, 40 o 50, hoy en día estaría considerado como uno de los mejores cineastas de Europa por aquellos mismos que le lapidan estreno tras estreno por hacer películas comerciales y ciertamente efectistas, como si Hitchcock o Polanski no lo fuesen...

Quizás he ido demasiado al hacer tal comparación, pero tras visionar anoche "Los renglones torcidos de Dios" y hace unas horas "Contratiempo", puedo afirmar y afirmo que Oriol Paulo goza de un pulso cinematográfico sobresaliente, siempre en el marco del suspense. Podemos discutir sobre la profundidad de sus obras y podemos reprocharle su ansia por arrasar en taquilla contratando a los actores de moda y metiendo la quinta desde el minuto uno hasta el último para que nadie pueda decir que se ha aburrido, pero no podemos negar que "Contratiempo" es un ejercicio apabullante, un producto redondo en lo suyo, un rompecabezas laberíntico que, quizás, puede tener algún cabo suelto pero que resulta placentero de ver y de padecer y que, en su término y también durante su desarrollo, con cada nuevo avance, todo encaja de forma armónica. Y eso me parece complejísimo.

Es cierto que la dirección es impersonal y que, estando ubicada en Barcelona, una ciudad con mar y montaña, decenas de monumentos y un callejero único en el mundo, podría haber hecho algo más categórico, más allá de sacar de fondo la Sagrada Familia y hacer algún plano aéreo. Lo mismo con uno de los lugares más impresionantes que mis ojos han visto, hablo de la Vall de Núria, cuyo paisaje nada tiene que envidiar a Yellowstone ni el hotel que lo preside al Overlook de Kubrick. También el reparto es mejorable, ya que Casas y Coronado están muy vistos, pero los tipos lo hacen bien. Aunque les fastidie a muchos, Casas es un buen actor, pero aquí brillan más ellas: Bárbara Lennie y especialmente Pilar Rahola, perdón, Ana Wagener.

Pero claro, el protagonista es Mario Casas, el director es el de "El cuerpo", la estructura es la que ya hemos visto varias veces y los giros de guión, eso que tanto odian los críticos, son infinitos. Conclusión: la machacamos porque algún fallo tiene que tener, oye, no vemos ninguno, pero alguno tiene que tener.