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Polonia Polonia · Galitzia
Voto de Valkiria:
8
Drama Ernesto hace un viaje a la provincia argentina de San Luis, a un remoto pueblo en un valle puntano, para recordar su infancia y las circunstancias que han determinado su vida: sus padres se habían exiliado voluntariamente de Buenos Aires para vivir en una comunidad campesina. La llegada de un geólogo español, contratado por el cacique local para buscar petróleo, representa una amenaza para la forma de vida de los campesinos. (FILMAFFINITY) [+]
18 de febrero de 2011
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me animé a ver la cinta de Aristarain por Pepe Sacristán y abordándola con muchos prejuicios.
Para qué mentir...

A decir verdad, tanto del cineasta argentino como de los personajes de Luppi y Cecilia Roth -grandes intérpretes, eso sí-, acabé calcinada tras la historia de “Martín (Hache)”.

Aquella incontinencia verbal, inagotable, -sí elocuente-, pero insufrible a cada nuevo monólogo con el propósito enfermizo de reventar todo convencionalismo no por parte de uno, ni de dos, sino de los cuatro protagonistas sencillamente me asqueó. “Martín (Hache)”: una letanía de soliloquios que Aristarain convierte en afilada crítica social y en huida hacia delante de cuatro bohemios prepotentes que se creen perseguidos por la conjura de los necios y mundanales seres de la Tierra. Tanto delirio de grandeza -por su texto- y esa vocación de impartir lecciones de vida me repatea. De ahí, mi rechazo al cine de Aristarain.

Por otra parte, el cine argentino suele adolecer de las mismas taras y complejos que el español. Si aquí, una está hasta el carajo del guerracivilismo imperante en la cinematografía patria, allá, lo estaría de los contumaces dramas sociales y políticos sobre el trauma de las Malvinas o de la dictadura militar: “Kamchatka”, “Tiempo de revancha” o “La noche de los lápices”, siendo tres buenas películas, son también tres buenos ejemplos de la característica tautológica del cine argentino, atrapado en un bucle.

Sin embargo, me he llevado una sorpresa agradable con “Un lugar en el mundo”.
Además de las grandes interpretaciones de Luppi y Sacristán, la intrahistoria del chaval, -que abre los ojos a las injusticias que perpetran las multinacionales exportando capital para construir hidroeléctricas dando por saco a los sin tierra y, arrebatándole su primer amor- conmueve.

No me creo el papel de la monja roja. Ni tanto idealismo trasnochado. Ni otra vez el drama de la dictadura encarnado en el hermano del personaje de Roth. Eso no. Y además, cansa y agota hasta decir "basta, por favor".

Tampoco me creo el afán de Luppi por dejarse la vida en un único empeño: defender la cooperativa del valle de San Luis, que es ese lugar en el mundo donde reside su dignidad. Pero no por no tragármelo, ha dejado de parecerme elogiable. Una película llena de romanticismo, en definitiva.
Valkiria
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