Haz click aquí para copiar la URL
España España · Santiago de Compostela
Voto de Magui Paredes:
9
Drama Cuando Julieta está a punto de abandonar Madrid para irse a vivir a Portugal, se encuentra por casualidad con Bea, una antigua amiga de su hija Antía, a la que no ve ni sabe nada desde hace años. Bea le cuenta que vio a Antía en el lago Como, en Italia, y que tiene 3 hijos. Aturdida por la noticia, Julieta cancela su viaje a Portugal y decide escribir sobre su hija, desde el día en que conoció a su padre durante un viaje en tren... ... [+]
29 de abril de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que otras heroínas del universo almodovariano como Pepa Marcos, Leo Macías, Becky del Páramo, Manuela Cóleman Echevarría, Vera Cruz, Magdalena Rivero, etc. Julieta Arcos se enfrenta a su propio y complejo mundo interno en un intento de poner orden en una vida por la que ya transita como “vaca sin cencerro”.

Julieta se desnuda ante el público bajo unas circunstancias que, a mi modo de ver, Almodóvar encaja perfectamente bajo el análisis que Vicente Miguel Batalla (Sigmund Freud: el psicoanálisis. Trabajo de historia de la psicología) describe del siguiente modo:

“Freud llegó a la conclusión de que el inconsciente era como un gran depósito de recuerdos que cada persona relegaba al olvido, por ser demasiados penosos para permanecer en la conciencia. Además si el número y la intensidad de recuerdos que se acumulaban en el inconsciente llegan a ser muy grandes puede producirse una presión exagerada, una tensión. Esto puede producir distintas anomalías psíquicas de distinta gravedad como complejos, histerias y muchas más.”

Es ahí, en ese inconsciente, donde duermen los recuerdos que atormentan el alma de la protagonista y que el director encauza hacia un sentimiento superior que sintetiza toda esa tensión que Julieta experimenta: la culpa.

Del mismo modo que un pintor impresionista plasma en el lienzo pinceladas aparentemente inconexas que podrían dar un paisaje marino de la localidad gallega de Redes Pedro Almodóvar perfila estos recuerdos con su particular técnica para definir este concepto abstracto y universal que no tiene ni sabor ni olor como el éxito del cual gozaba Huma Rojo en Todo sobre mi madre, al cual ya estaba acostumbrada y era como si no existiera. Y si hay que alejarse unos metros de un cuadro impresionista para poder ver con claridad las formas que embellecen la localidad gallega en esta obra hay también que dejar un margen de tiempo para comprender esa culpa y darle unas respuestas.

Estas respuestas son difíciles de encontrar hasta para la propia protagonista que tiene que recurrir a la escritura como medio o tal vez como terapia psicológica para reconciliarse con un pasado que estaba latente hasta un determinado momento de su vida:

“Coger lápiz y papel, o un teclado, y convertir los sentimientos en palabras es para muchos un alivio emocional, sobre todo cuando se han vivido episodios traumáticos. La escritura sirve en ciertos momentos de la vida como terapia. Esto no es nuevo, numerosos estudios realizados en las tres últimas décadas lo demuestran. Psicólogos y psiquiatras incorporan la redacción como método de alivio emocional de sus pacientes. Pero una investigación reciente de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) ha constatado que escribir ayuda, además, a acelerar la cicatrización de las heridas físicas.” (Alejandro Agudo: “Lápiz y papel, mercromina par las heridas”, El País, 31/07/2013)

Por otra parte y para añadir una mayor intensidad al cromatismo de esta obra número 20 de la filmografía almodovariana, el maestro vuelve a ingresar en el complejo mundo de las tensas relaciones entre una madre y una hija que ya había estudiado en Tacones lejanos con el enfrentamiento entre la famosa cantante Becky del Páramo y su hija presentadora de informativos Rebeca Giner.

El personaje que interpreta Victoria Abril culpa a su madre, el personaje de Marisa Paredes, por la humillación de hacerla sentir constantemente una actriz secundaria en la historia de su propia vida y es esta madre la que termina asumiendo circunstancias ajenas a ella para superar su propio pecado por el cual se siente culpable del daño que he causado a todos los que estaban a su alrededor.

En el caso que nos ocupa los motivos que desencadenan el pecado central de la obra son distintos pero no por ello menos importantes. Almodóvar, a través del lápiz y papel de Julieta, deja entrever de una forma muy sistemática la ausencia de comunicación entre el personaje interpretado por Emma Suárez/Adriana Ugarte y su hija Antía Feijóo con el acertado aporte de intriga de Marian, el curioso personaje que podríamos definir como una señora Danvers a la gallega interpretado por la genial Rossy de Palma.

Y todo ello da cuerpo a este concepto abstracto de la culpabilidad con la especial mano que el director manchego aporta a sus personajes femeninos que se escapan tanto de los tintes melodramáticos que Amanda Gris imprimía en sus novelas de la colección Amor verdadero como de los estereotipos a los cuales es muy fácil caer a la hora de crearlos y dotarlos de un alma llena de incógnitas que hay que despejar con la reflexión propia de las obras que superan un determinado nivel de calidad.
Magui Paredes
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow