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España España · santiago de compostela
Voto de berenice:
6
Drama. Comedia Warren Schmidt (Jack Nicholson) se acaba de jubilar y se siente completamente desorientado. Además, no puede soportar la idea de que su única hija (Hope Davis) se case con un necio. Por si esto fuera poco, su mujer muere repentinamente. Tratando de darle algún sentido a su vida, decide emprender un viaje en busca de sus raíces. Después de cruzar el estado de Nebraska en caravana, llega a Denver, la ciudad donde vive su hija. Tras ... [+]
17 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me parece demasiado conceder a esta película mucho valor porque presenta a un jubilado cuya vida, de repente, no tiene sentido. El tema de la vejez y la sensación de inutilidad que conlleva es un caballo ganador sentimental a poco que no se caiga en la caricatura. Recuerdo un simple anuncio de seguros donde un cincuentón largo contemplaba a un viejo echar pan a las palomas y se le quedaba carita de “pronto me toca a mí”. Sólo esa chorrada ya era bastante espeluznante, así que imagínense una película con las caras de Nicholson una y otra vez, (¡madre mía, y hay quien dice que está contenido! ¡Si no sabe!)
No, la película de Payne no se recordará por su tema fácil. Ni siquiera por cómo lo introduce en una cotidianeidad reconocible, con personajes tan conocidos de todos.
Nos vamos aproximando al porqué de las bondades de la película cuando saboreamos ese casi imperceptible humor amargo, un humor de un pudor exquisito, que asoma leve por aquí y por allá, en medio de unos asuntos que no tienen nada de humorísticos. A veces es excesivo, como en el encuentro con el matrimonio en la autocaravana. Otras veces, (como en la maravillosa secuencia del discurso en la boda), la expectación de los que esperábamos la dosis definitiva de ese humor amargo choca, precisamente, con un tono más comedido y resignado. Eso convierte en memorables unos momentos a la postre tan normales como la vida misma, pero que nosotros creíamos que iban a ser la leche. Payne ha exhibido esta “técnica” en los otros dos filmes que he visto de él, “Entre copas” y “Los descendientes”: prometer más de lo que da para, al final, darnos cuenta de que lo dado es mejor que lo prometido.
Y vamos al meollo de por qué la película deja huella: a pesar de que la cinta consigue algún momento de verdadera emotividad, yo creo que sería rápidamente olvidada si no fuera por un genial hallazgo dramático que la convierte en cine del grande por momentos: la adopción, (en todos los sentidos), como interlocutor de un niño africano que es como un extraterrestre para Schmidt. Un niño extraño y anónimo, al menos hasta el final. Eso propicia que todo tenga un sentido, cada vez más, aunque sea negro, (el sentido); y propicia también uno de los finales más conmovedores del cine moderno, verdaderamente inolvidable.

Jack Nicholson está inmenso casi todo el tiempo, aunque sobreactúe tanto. Y está especialmente apabullante en ese final que debería ver una y otra vez el ridículo Tom Hooper de “Los miserables”, a ver si aprende por qué algunos primeros planos sí son apabullantes.
En cuanto a Alexander Payne, parece claro que algún día cercano va a lograr su verdadera obra maestra, ya que hasta ahora sólo deja buenísimos apuntes por aquí y por allá.
berenice
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