Desde el primer momento en que inicia la película estas obligado a quedarte pendiente y atrapado en lo último de Haneke. No pasan ni quince minutos cuando sabes que todo va a ir de mal en peor con la salud de la señora, interpretada por una Emmanuelle Riva (Mi Hijo, El Skylab) im-pre-si-o-nan-te y el cual nos recuerda con gran peso momentos en el que hemos pasado con algún familiar.

Alabada en Cannes y aclamada por la crítica, lo último de Haneke es más profundo de lo que hemos estados acostumbrados. La historia trata de una pareja de ancianos, que después de años juntos aun mantienen su amor. Un día, Anne sufre un infarto por lo que al volver del hospital un lado de su cuerpo esta paralizado. Toda la película se desarrolla en una casa solitaria, en la que en respectivos momentos Georges se rehúsa a la ayuda, dejándonos entender que su mayor dolor, su soledad y todo reflejado en la casa.

La película duele, incomoda, incluso te sucumbe a un momento de presión que no quieres mirar pero la morbosidad no nos deja quitar la mirada (la escena final). “En la salud y la enfermedad, hasta que la muerte los separe”.

Hay mensajes ocultos, como la paloma, la hija visitando a su madre y desesperando al padre por que haga algo sin embargo ella no actúa y solo critica. Y otros más. Desgarradora, impresionante pero al mismo tiempo dolorosa y muy sufrida.