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Voto de Antonio Morales:
8
Intriga. Thriller Tom Ripley, un cazafortunas, es enviado a Europa por el señor Greenleaf para buscar a su hijo Philip, un playboy mimado, y llevarlo de vuelta a los Estados Unidos. A cambio recibirá 5000 dólares. Philip engaña a Tom fingiendo que está decidido a volver, pero no tiene ninguna intención de dejar a su prometida ni de cumplir los deseos de su padre. (FILMAFFINITY)
2 de mayo de 2014
26 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alain Delon, el Tom Ripley más fiel, según Patricia Highsmith. No sólo eso: también declaró que era la mejor adaptación de todas sus novelas. Convertida, a los más de cincuenta años de su realización, en un clásico, en un film de culto para aficionados despiertos, “A pleno sol” es uno de esos “milagros” irrepetibles que dio el cine europeo en unos años de gran creatividad y que sólo puede entenderse y apreciarse a la luz de la época en la que nació, el final de los años cincuenta, uno de los propósitos que animó a René Clement fue demostrar que los postulados de la “Nouvelle vague” podían aplicarse a un film comercial. Una magistral adaptación de la novela “El talento de Ripley” de P. Highsmith, un thriller vigoroso donde no falta el suspense, la angustia y el crimen. Fotografiada excelentemente bajo el sol del mediterráneo por Henri Decae y una música maravillosa de Nino Rota.

En “A pleno sol” se viaja mucho, los personajes se mueven por mar en yate y por tierra, pasan la noche vagando por la romana Vía Veneto y en los clubes nocturnos de la zona para amanecer en el soleado Mongibello. Pero nunca lo hacen por placer, aunque en ocasiones pueda parecerlo: para ellos el viaje no es más que la proyección de su vacío, Phillipe Greenleaf (Maurice Ronet), o de su atormentado interior, Tom Ripley (Alain Delon), Marge (Marie Laforet), o una necesidad para conseguir su propósito. El dinero, la envidia y las relaciones de dominio conforman el argumento, desarrollado en los ambientes de la “dolce vita” romana en días de frenesí. Phillipe es un caprichoso millonario que mantiene amistades con otros ociosos de su clase, como Freddie, otro adinerado grotesco, charlatán y clasista, no sabe qué hacer con su tiempo y con su dinero, Marge es su enamorada que se debate entre un amor que le hace sufrir y un trabajo sobre arte que no sabe concluir. Ripley recibirá 5,000 $ del padre de Phillipe si consigue que éste vuelva a casa en San Francisco.

En apariencia, todos se llevan bien pero hay un desplazado entre ellos: un pobre entre ricos: Tom Ripley. ¿Y qué puede hacer éste rodeado de semejante fauna? Freddie lo desprecia en público, y Phillipe tiene todo lo que le falta a Ripley: el amor de Marge, dinero y elegancia, no se puede vivir entre tanta humillación sin sentirse afectado: Ripley tiene que escribir las postales turísticas de Phillipe , servirle de guía, ser ocurrente, mediar en sus disputas amorosas con Marge. Es el bufón en una corte de parásitos que tiene su centro en Mongibello en el que reina Phillip Greenleaf. Ripley es frío, astuto y calculador, un amoral corroído por la ambición. Una sencilla camisa veraniega es una prenda elegante en Phillipe, y en Ripley poco más que un andrajo, hasta los bronceados tienen matices clasistas.

Los mejores momentos de “A pleno sol” – si puede decirse eso de un film tan denso y compacto como éste – están apoyados sobre el contraste entre la tensión interna del relato y los elementos externos que, a veces, la suavizan y, otras, la potencian. El cineasta sabe exprimir la tensión de forma natural, cuando Ripley adapta la impostura, desenvolviéndose con naturalidad ante los acontecimientos. René Clement siempre jugando con el paisaje y el folclore italiano, sus gentes, sus mercados y su aire desenfadado. La mecánica del suspense está al servicio de la fascinación que despierta el personaje de Ripley y su metódico comportamiento. Una lección de cine, manteniendo intacto el origen literario.
Antonio Morales
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