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Voto de Antonio Morales:
7
Cine negro. Drama. Thriller. Intriga Un antiguo deportista retirado, un estudiante de derecho y un delincuente de poca monta se unen para planear y perpetrar el robo de unas joyas transportadas en el furgón del correo expreso de Andalucía. (FILMAFFINITY)
5 de octubre de 2016
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rovira Beleta y su guionista Vicente Coello huyen deliberadamente de relatar un crimen truculento y salvaje de la España negra, como haría el Productor Pedro Costa y el director vasco Imanol Uribe para su serie de T.V. “La huella del crimen”, el film se inclina aquí por el relato de film “noir”, de thriller fatalista donde unos tipos desesperados por el fracaso personal y seducidos por la codicia, planean el atraco al vagón del tren correo para hacerse con unas joyas muy valiosas. A diferencia de los hechos reales ocurridos en 1924, donde el móvil era la nómina (25.000 pesetas) de los soldados de las colonias africanas. La poca profesionalidad de sus delincuentes propicia un tono de realismo social que se palpa en la fisicidad de los exteriores de sucesos y persecuciones en la orografía de una gran urbe. El Madrid de los años 50, el ambiente marginal de las clases humildes, sus patios de vecinos con sus mercadillos, su rastro, sus charlatanes, sus iconos monumentales, su Puerta del Sol con el emblemático edificio de la Dirección General de Seguridad, ahora sede de la Comunidad.

Esta coproducción hispano italiana respira cine negro por todos sus poros, con toda su tipología habitual: el villano y financiador del robo (Carlos Casaravilla), un libidinoso anticuario y protector de la exuberante amante, vedette y mujer fatal, Silvia (Mara Berni, impuesta por el productor italiano, ya que era su amante), seducidos por el lujo, el amor, el egoísmo y la traición de unos personajes abocados a un destino previsible. El film comienza espléndidamente con las consecuencias del atraco para pasar tras los títulos de crédito a un largo “flash back” qe nos sitúa en el inicio del envite, la idea de dar un golpe entre: “El rubio” (Ignazio Balsamo), un delincuente de poca monta, Miguel (Vicente Parra), hijo de ferroviario, estudiante frustrado de Derecho y Andrade (Jorge Mistral), un expelotari retirado por lesión, rudo y mujeriego, que lleva escrito en su rostro la palabra perdedor.

El film tiene un ritmo trepidante, no concede un momento de respiro, carece de tiempos muertos, una cámara atenta y ágiles “travellings” de seguimiento a los personajes consiguen una sensación de dinamismo harto estimable, dentro de una fuerte estructura narrativa clásica. El film se articula en un claro discurso moral, el delito se purga y el crimen se paga, pero los individuos que llevan el peso de la acción, son delincuentes y son ellos a quien la cámara sigue y escruta porque interesa más que a los que les persiguen, sus antagonistas, una policía sin entidad ni nombre, como el inspector encarnado por Antonio Casas. Se trata pues, de un policíaco más de ladrones que de policías, más de personajes poco recomendables como la actriz de variedades amante del villano que tiene mucho más peso dramático que la noble y tierna Lola (Marisa de Leza), la chica buena y enamorada en silencio de Andrade, pero los encantos y maneras de la pérfida Silvia son muy poderosos. Continúa en spoiler para no destripar la peli.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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