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Voto de Antonio Morales:
8
Ciencia ficción. Intriga Un científico es enviado a la estación espacial de un remoto planeta cubierto de agua para investigar la misteriosa muerte de un médico. Adaptación del clásico de ciencia-ficción del escritor polaco Stanislaw Lem. (FILMAFFINITY)
27 de febrero de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la muerte de Tarkovsky, el prestigio de este excelente autor ruso no ha hecho sino ir en aumento, hasta convertirse para algunos en un modelo de cineasta místico, independiente, personal, aunque también para otros en paradigma del autor hermético, difícil de comprender. Quizá no esté mal apuntar que uno de los motivos, en mi opinión, se encuentra probablemente en que hoy se recibe con algo más que incomodidad todo cuanto se aparta de la línea clara de los modos narrativos cinematográficos tradicionales. Asimismo, la estandarización del lenguaje del cine, y el que los planos duren hoy sólo unos segundos, o décimas de segundo, han acostumbrado a muchos espectadores a consumir unos productos que no dejan tiempo ni espacio a la reflexión. Me sorprende leer en esta web comentarios como: pretencioso, aburrido, lento, no pasa nada… Porque bien vistos, son de prístina claridad; su sencillez, por otra parte, no está lejana de los grandes autores de la literatura Rusa, de Pushkin o Chejov: es la sencillez que mira la naturaleza, el paisaje, a los seres humanos, al cielo y a la tierra.

El cineasta nunca mostró demasiado interés por el género de la ciencia ficción y sin embargo aprovechó la idoneidad del mismo por las características atemporales que le ofrecía. Además, el texto del polaco Lem, alejado de los parámetros clásicos de la mera aventura espacial, ofrecía al cineasta un material en consonancia con sus propias preocupaciones en cuanto a que su argumento giraba en torno a la condición humana, navegando al mismo tiempo, por un terreno más metafísico que espacial. Es en realidad un viaje físico al cosmos y psíquico a la conciencia. “Solaris” es la estación espacial cercana a un planeta misterioso compuesto por un océano pensante que parece tener vida propia de una inteligencia superior. En su órbita se halla la estación espacial a la que viaja el cosmonauta Kris Kelvin con el fin de investigar unos fenómenos inexplicables que desde hace tiempo han estancado la misión. Un lugar que, por su situación en el firmamento, libera a Kelvin, en cierta manera de los anclajes o vínculos de carácter moral o social que le sujetan a su entorno terrestre.

Hay quienes han querido ver en el océano una metáfora de Dios. Otros una alusión a la mente humana, albergue del conocimiento, motor del pensamiento, núcleo donde convergen las informaciones que le proporcionan los sentidos en su relación con el mundo. No necesitamos otros mundos. Queremos un espejo. La película plantea el escepticismo sobre la capacidad del hombre para un adecuado manejo del desarrollo tecnológico. El cineasta no pone en duda las ventajas del progreso en sí mismo, sino el mal uso que se hace de él al dejar que domine la vida del hombre, lo que le aleja, al mismo tiempo, de su esencia. Tarkovsky abandona la idea de desarrollar toda la historia en la estación como en el libro, para situarlo en buena parte en la casa de campo donde vivía el personaje principal y se esfuerza por concentrar en ella los aspectos más extraños, más fantásticos del relato, que no casualmente pertenecen al ámbito de lo cotidiano.
Antonio Morales
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