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Voto de Antonio Morales:
9
Bélico. Western. Aventuras Un severo coronel de La Unión (Wayne) está al frente de un regimiento que debe infiltrarse en pleno territorio confederado para cumplir una difícil misión. En esta aventura lo acompaña un médico de buenos sentimientos (Holden). Para evitar que revele sus planes al enemigo, se ven obligados a llevarse como rehén a una joven rebelde sureña (Constance Towers) que conoce la misión. (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2014
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Ford nunca presumió de sus películas, es más, en alguna ocasión comentó que no volvía a verlas, que lo que de verdad le gustaba era hacer películas y estar con su gente en los sets de rodaje. Nunca presumía de sus logros, sus Oscars, jamás se le escuchó comentarios pedantes o altivos sobre el arte de hacer películas, naturalmente su modestia estaba por encima de su ego. Somos nosotros, los espectadores los que debemos valorar su obra. Y seguramente, así lo debía pensar él.

“Misión de audaces” es, en mi opinión, de las mejores películas de John Ford, que deberían ver todos aquellos que lo tildan de militarista y patriotero. No sólo me parece un extraordinario film, sino que también tiene un ácido y punzante antimilitarismo. Una de las escasas incursiones de Ford en la guerra de Secesión, donde tiene lugar el enfrentamiento de dos grandes personajes: el coronel Marlowe (John Wayne), obstinado y taciturno, ingeniero de ferrocarriles que disimula su angustia tras su rudeza personal y la frialdad de las ordenanzas; y el mayor Kendall (William Holden), médico del ejército, cuya humanidad sirve, primero, como contrapunto y, luego como referencia para la evolución de Marlowe. Ambos, además, comparten una característica: viven una profunda frustración en sus respectivas dedicaciones: Marlowe las ahoga de vez en cuando en el alcohol; Kendall tiene que asistir, impotente, a la muerte de los soldados que atiende y recurrir a viejos remedios indios.

Es sabido que John Ford era un apasionado de la Historia y más en concreto de la Guerra de Secesión. El film, describe un episodio acontecido en el mes de Abril de 1863, en plena guerra civil, cuando un grupo de soldados de la Unión se adentra en territorio confederado para una decisiva misión, destruir las infraestructuras rebeldes. Película itinerante aunque ni el punto de partida, ni el recorrido ni la meta tengan demasiado sentido, hacía tiempo que en una película de Ford el sustrato argumental, el teórico sujeto dramático no estaba tan despojado de entidad como en “Misión de audaces”. Una historia desesperada, amarga, casi suicida, de misiones imposibles y gestas inútiles. Ford aboga por las situaciones, no por el conjunto, por los manifiestos personales, nunca por los colectivos, por las luchas individuales, es otro tipo de manifiesto contra la guerra.

El carácter femenino está representado por esa altiva sureña que interpreta admirablemente Constance Towers, que asumirá el final de una forma de vida. Su contenido emocional antepone la ética humana sobre cualquier conflicto dirimido con la ley injusta de las armas. “Misión de audaces” merece estar por pleno derecho entre los grandes títulos de Ford por los penetrantes retratos de sus personajes, por la dolorosa pintura de las absurdas matanzas de una guerra entre hermanos, por la fisicidad del paisaje y por la fuerza inconmensurable de sus detalles visuales, ricos y sugerentes hasta el delirio, son momentos imborrables que detallo en spoiler. Un notable film sobre máscaras que se derrumban, sobre comportamientos que se fortalecen y crecen ante la admiración de los que saben comprender.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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