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Voto de Antonio Morales:
9
Drama Oskar Schindler (Liam Neeson), un empresario alemán de gran talento para las relaciones públicas, busca ganarse la simpatía de los nazis de cara a su beneficio personal. Después de la invasión de Polonia por los alemanes en 1939, Schindler consigue, gracias a sus relaciones con los altos jerarcas nazis, la propiedad de una fábrica de Cracovia. Allí emplea a cientos de operarios judíos, cuya explotación le hace prosperar rápidamente, ... [+]
8 de febrero de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque seguramente está todo dicho sobre esta emocionante y dramática película, no me puedo resistir a señalar algunos aspectos del film que, en mi opinión, permanecen como documento histórico de la masacre que realizaron los nazis en el gueto judío de Cracovia. Las escenas filmadas cámara en mano asesinando indiscriminadamente, me parece producto de la degeneración moral del ser humano, un odio ciego y ruin fraguado durante años que se manifiesta en toda su crudeza aterradora, esos niños judíos arrastrándose como ratas buscando refugio en los lugares más inverosímiles por sobrevivir al exterminio me produce una repulsión y una vergüenza imposible de justificar. Spielberg se consagró como cineasta y artista “serio” por la Academia, arrasando en los Oscars, como autor comprometido con la historia de sus ancestros, para satisfacer una deuda moral, mostrando la barbarie y el odio por los semejantes como pocas veces se ha mostrado, con la ayuda de un equipo técnico y profesional asombroso, desde la banda sonora a la fotografía, la dirección artística de un realismo aterrador

Lo más atractivo de esta emotiva y descarnada película reside en el intento por parte del cineasta de origen judío de retratar la mala conciencia de ciertos sectores del pueblo alemán durante la guerra. Oskar Schindler (un excelente Liam Neeson) se nos presenta como un ambiguo industrial alemán, hedonista, mujeriego y seductor que siempre busca el favor del poderoso, militante del partido nazi, obviamente, más por interés económico que por convicción personal. Aprovechándose de la mano de obra barata de los judíos, humillados y esquilmados que suplican trabajo para eludir la muerte, encarnada admirablemente en la figura del contable Itzhak Stern (un grandioso Ben Kingsley) para enriquecerse con su fábrica de utensilios domésticos y bélicos. Pero como todo ser humano es influenciado por las circunstancias que le rodean y germinará una toma de conciencia que sorprende a él mismo, debido a la aberración moral en la conducta de sus gobernantes, reflejado en el desprecio por la vida humana que demuestra este oficial nazi, Amon Goeth (un estupendo Ralph Fiennes), un tipo abyecto, un racista contumaz, su mirada es fría y despiadada, un verdugo totalmente enajenado en medio de un infierno de muerte y destrucción.

“La lista de Schindler” es una película oscura que posee una plasticidad y unos matices visuales deslumbrantes. El cineasta a veces se apoya en imágenes de archivo en tono documental, plasmando ese realismo descarnado y patético. Tras una primera parte del film en que Spielberg nos muestra detalladamente las circunstancias del empresario, su arribismo, estrechando lazos con el poder en clubs nocturnos e intimando con los oficiales nazis, pasamos a una segunda parte en tono de melodrama, nos describe el horror de las cámaras de gas y la voluntad de Schindler como benefactor de sus obreros con los que adopta una noble y altruista intención de salvar a todos cuanto pueda, tratando de persuadir a las autoridades alemanas. La épica narrativa apunta a una eclosión con una apuesta abierta hacia la posibilidad de la existencia de la bondad humana, o cuando menos un atisbo de esperanza. Estamos ante una autentica obra maestra inalterable al paso del tiempo y asentada ya en el imaginario colectivo.
Antonio Morales
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