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Voto de Antonio Morales:
7
Drama. Romance Nelly, una mujer que acaba de divorciarse, conoce casualmente al señor Arnaud, un magistrado retirado cuya mujer vive en Ginebra con otro hombre y cuyos hijos apenas le hablan. Arnaud le ofrece a Nelly un trabajo: mecanografiar el manuscrito de la novela que ha escrito. La relación laboral resultará enriquecedora para ambos. (FILMAFFINITY)
10 de marzo de 2015
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claude Sautet es un exquisito director francés de longeva carrera que se hizo popular en Francia por “Las cosas de la vida” y “Max y los chatarreros”, la primera en clave romántica y la segunda en clave de thriller, ambas con su musa, la inolvidable Romy Schneider. Su estilo academicista y algo frío, no le exime de ser un cineasta de interés por sus propuestas y la delicadeza a la hora de filmar sus obras. “Nelly y el Sr. Arnaud” es uno de esos melodramas cotidianos, surcados momentáneamente por toques de tragedia clásica, sutil y romántico que Sautet domina con maestría. Un drama más o menos otoñal en lo que hace referencia al personaje masculino, un magistrado retirado (Michel Serrault), maduro hombre de negocios, separado y de vida holgada con pretensiones literarias.

Casualmente conoce a la atractiva Nelly, una joven que ve desvanecerse su matrimonio, realizando diversos trabajos para mantener a su apático marido. Enterado de sus apuros económicos, el señor Arnaud le ofrece ayuda económica y trabajo, corrigiendo el manuscrito de su primera novela, sin duda seducido por la belleza y el encanto de Nelly (Emmanuelle Béart), la nueva musa de Sautet con la que había filmado anteriormente “Un corazón en invierno”. La película funciona en la medida que lo hacen sus dos protagonistas, lo que cuenta es la capacidad de ambos, la relación que mantienen de trabajo y amistad, una emoción interiorizada que se percibe sin palabras, transmitida también por la puesta en escena, la relación sutil y cómplice que se establece entre el hombre maduro y sensible y la joven en cierto modo atraída por el misterio de la experiencia y la serenidad.

En el cine de Sautet, el trazado dramático a veces descuida los personajes secundarios, como ocurre en “Nelly…” porque el affaire sentimental de la joven con el editor de la novela, queda demasiado olvidada y sin profundizar, sin llegar a convertirse en vértice de un triángulo, como tampoco sabemos mucho de la relación con su marido. Los episodios paralelos no aportan demasiados elementos a la trama, parece que lo que de verdad interesa al cineasta es sólo esa relación intimista y platónica, entre el hombre maduro, educado y conversador, prendado de una joven de rostro sereno y noble, pero de gran presencia carnal, un sueño excitante e inalcanzable para el antiguo magistrado que ha irrumpido en su vida placentera y monótona.

Serrault y Béart, en su dicción temperada, en su saber estar ante la cámara, en sus miradas mesuradas y sus gestos calmados, contribuyen a crear una atmósfera seductora. Sautet afirma partir siempre de la realidad para confeccionar los argumentos de sus films. De una realidad gestada en el desencanto y la insatisfacción amorosa en un contexto burgués perfectamente delineado. Observando la realidad que le envuelve y creando la ficción a partir de ella, oficiando de “voyeur” de la rutina cotidiana de una sociedad sumida en un mar de dudas, reflejando la soledad, el desencanto existencial y el desamor.
Antonio Morales
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