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Voto de Antonio Morales:
9
Western Jimmie Ringo, un legendario pistolero, se siente tan viejo y cansado que está decidido a retirarse y llevar una vida más tranquila como granjero. Sin embargo, sus propósitos tropiezan con la incomprensión y la intolerancia de la sociedad. Aunque ya no será perseguido por la ley, la región está llena de jóvenes pistoleros que desean demostrar que son más rápidos que él para ocupar su lugar y heredar su fama. (FILMAFFINITY)
18 de enero de 2015
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suele ocurrir, a veces, que uno lee y escucha comentarios elogiosos sobre una película, pero que intenta verla sin encontrarla nunca en los canales de televisión, hasta que por fin, te llega la satisfacción, he podido adquirirla en DVD. Entonces me asalta la duda de si estará a la altura de las expectativas que me he creado, finalmente, a medida que avanza el film, me invade la emoción, incluso supera mis anhelos, hasta el punto de incluirla entre mis mejores westerns. Y lo curioso es, que sin ser una gran producción, es un western modesto de la Fox, sin la espectacularidad del color y el cinemascope, es 4X3, blanco y negro, pero tiene algo especial que te atrapa desde el primer momento y no te suelta durante los ochenta y pocos minutos que emplea el pragmático y humanista Henry King para contarnos una historia original de acusado misticismo. Es por ello que me siento afortunado por descubrir este grandioso western, poco conocido y valorado que recomiendo.

Aunque a King nunca se le consideró un cineasta del western, tiene tres títulos de suma importancia: “Tierra de audaces”, “El vengador sin piedad” y “El pistolero”. Precursor de lo que sería el “western psicológico” oficialmente inaugurado dos años más tarde, con “Solo ante el peligro” que goza de la misma atmósfera de tragedia. “El pistolero” es una película áspera, melancólica, que descubre la frágil consistencia moral del hombre, dominado por sentimientos bárbaros y oscuros que subrayan la fatalidad de su Destino. El film arranca con una corta panorámica que muestra a un jinete, Jimmy Ringo (Gregory Peck) cabalgando bajo un cielo cubierto de amenazadoras nubes, a contraluz, convertido en una espectral imagen vagamente idealizada. Parece que huye pero nadie le persigue, luego descubriremos de qué huye, en realidad, de su fama y leyenda de pistolero.

Ringo es un tejano, alto y delgado, el más rápido del Oeste, un hombre perseguido y odiado por todos, excepto por quienes le conocen de verdad. Pero su existencia no es fácil: su vida errabunda le lleva por distintas ciudades y en cada una de ellas siempre encuentra “a un imbécil que quiere matar al más rápido”, lo cual significa que debe dedicar sus días y sus noches a practicar el difícil ejercicio de no dejarse matar. Cansado de su forma de vida y tras verse obligado a matar en defensa propia, una vez más, a uno de esos imbéciles bravucones, se dirige a visitar a su esposa, Peggy (Helen Wescott), y a su hijo, que viven bajo otra identidad como maestra de Cayenne. Paralelamente, los tres hermanos del último provocador muerto, van tras él para vengarse.

En Cayenne, también encontrará a un antiguo compañero de andanzas, Mark (Millard Mitchell) que ahora es Marshall, y a Mac (Karl Malden), el dueño del bar que conoció a Ringo en otra ciudad. Una vida resumida entre las paredes de un “salón” y la calle principal de esta claustrofóbica ciudad en la que la fotografía de Arthur Miller evoca con sentido naturalista los cuadros de Remington. Es mérito del cineasta, saber combinar sin rupturas de tono, el pasado, el presente y el futuro del personaje de Ringo, dándole ese calor humanista que siempre distinguió a sus films, a la vez que describe magistralmente la forma de vida en una pequeña ciudad instalada en la práctica del fariseísmo, anticipándose al western de Fred Zinemann antes apuntado. Destacar a Peck en su papel de Ringo, el deseo de descanso, de emprender una nueva vida familiar en una granja, el deseo reprimido de su esposa, la mirada inocente del hijo de un héroe romántico que camina parsimoniosamente, con su sombrero, su bigote y su lazo negro, su mirada triste de soledad y escepticismo, atrapado en un engranaje fatalista que lo supera. Un western magistral.
Antonio Morales
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