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Voto de Antonio Morales:
8
Drama Narra las ajetradas vidas de unos agentes inmobiliarios de Chicago que intentan sobrevivir en un mundo altamente competitivo y un mercado en plena depresión. A pesar de la situación, reaccionan siempre con unos escrúpulos y una solidaridad admirables. (FILMAFFINITY)
31 de marzo de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El arte de vender parcelas en una agencia inmobiliaria. Cuatro hombres y una pizarra: Atención, Interés, Decisión, Acción. “Siempre estar vendiendo”, éste es el lema, el objetivo, el que alcance el primer puesto se llevará un cadillac, el segundo… un juego de cuchillos, el resto… ¡Despedidos!, vender o morir, todo lo demás no importa. Esas son las reglas del paradigma del triunfador. Un insolente y altivo, Alec Baldwin que sólo en diez minutos de actuación, nos muestra la cruel realidad del sueño americano, “El año pasado gané 970,000 $, ¿Cuántos ganó usted?...” presume de forma arrogante. David Mamet que había trabajado de secretario en una oficina similar durante 1969, ganó el Pulitzer en 1984 por esta obra con casi 400 representaciones en Broadway, que fue adaptada como guión para el cine por el propio Mamet e interpretada por un deslumbrante plantel de actores.

El universo de Mamet está plagado de personajes sedientos del éxito inmediato, de pequeños delincuentes, que utilizan todas sus artimañas para conseguir su objetivo. Personajes angustiados que sueñan con el triunfo social desde un mercado de valores sometido a crueles oscilaciones, como una revisión actualizada del Willy Loman de Arthur Miller en “Muerte de un viajante”. Sus beneficios se reducen a las comisiones que obtienen por su condición de transmisores del bienestar social, pero luchan entre ellos como tiburones, desde los más bajos instintos, para redondear su sueldo con los incentivos que les prometen las altas jerarquías de la empresa para la que trabajan.

Durante la primera parte de la obra, asistimos al retrato de esos personajes, a una vida cotidiana marcada por las cifras, la retórica y el amargo trasfondo de conflictos familiares o de la presión – frecuentemente inmoral, cuando no patética – que se ven obligados a ejercer sobre clientes aún más débiles que ellos. Los sueños se pueden convertir en pesadillas. El film de James Foley privilegia el punto de vista del espectador y está al servicio de unos diálogos en los que no sobra ni falta una palabra, Mamet transmite en su guión todas las sensaciones con la precisión de un maestro del lenguaje, pues poseen la musicalidad propia de los grandes escritores, transmitiendo la justa información que el espectador requiere en cada momento.

Antes había destacado el corto papel de un magistral Alec Baldwin, pero he de destacar por encima de todos, a Jack Lemmon – ganador en Venecia por este papel – que ya había encarnado desde “El apartamento” a “Salvad al tigre”, las frustraciones del americano medio, pero no existen palabras para describir la perfección con la que borda el patético agente inmobiliario tentado por el delito para redimir su precaria situación personal y familiar. Unos actores soberbios que no necesitan maquillajes ni efectos especiales para transmitir, con plena conciencia de ello, una incisiva representación de una realidad observada con ojos sumamente críticos.
Antonio Morales
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