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Voto de Antonio Morales:
9
Aventuras. Acción. Drama Espartaco era un esclavo tracio que fue vendido como gladiador a Léntulo Batiato. En Italia promovió y dirigió la rebelión de los esclavos (73-71 a.C.) contra la República romana. A medida que recorrían el país, innumerables esclavos se iban sumando a la rebelión. Espartaco intentará llegar con su ejército al sur de Italia para poner rumbo a sus hogares. (FILMAFFINITY)
4 de junio de 2013
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corre la leyenda de que “Espartaco” existe porque William Wyler no contó con Kirk Douglas para Ben-Hur, y desde su resentimiento el actor se propuso levantar a toda costa su propia épica romana. Pocos podían imaginar, cuando se estrenó la película, que el cine clásico americano estaba tocando a su fin. Por eso, quizá, llamaron la atención sus novedades. Destituido Anthony Mann por discrepancias con el protagonista y productor Kirk Douglas, fue sustituido por un joven Stanley Kubrick de 32 años, además habían contratado como guionista a Dalton Trumbo, uno de los diez de Hollywood que más padecieron la persecución del senador McCarthy.

Se polemizó acerca de su sentido político: claramente contrario a las dictaduras, a la lucha por la libertad, todo ello ejemplar e irreprochable… aunque hoy, me temo, demasiado idealista e ingenuo como para que no resulte anacrónico. Porque 50 años después, todo eso es agua pasada. Hoy se ve “Espartaco” como una de las últimas obras puras del gran cine clásico americano, con lo que tenía de maestría narrativa, de sentido dramático y de aliento épico. Aunque era una película comercial, era seria e inteligente, y no sacrificaba las ideas que defendía a la lógica del final feliz ni la reflexión y el análisis moral y político al espectáculo o el efectismo.

Aprovechaba su extensa duración profundizando en las relaciones de los personajes, interpretados con naturalidad y sutileza, matices y complejidad, con un reparto de lujo que no voy a citar para no alargarme. Obra rara en la carrera de Kubrick; no era un proyecto suyo e intervino poco en el guión y el reparto. Por primera vez disponía de un gran presupuesto y rodaba en Scope (maravillosa la fotografía de Russell Metty), hay algo en la fluidez del film que quizá se deba al descubrimiento de la horizontalidad en la puesta en escena. Y es mucho menos fría y más emocionante de lo que es habitual en este cineasta: la de Varinia (admirble Jean Simmons) y Espartaco es una de las últimas grandes historias de amor.

Es posible que, en última instancia, el autor de “Espartaco” sea más bien Kirk Douglas, ya que es el que controló la producción en todo momento con su productora Byrna, distribuida a través de la Universal. Alex North compuso una de sus mejores partituras llena de ternura y lirismo, recomiendo su versión en inglés para apreciar los diálogos de los actores y sobre todo las discusiones políticas entre Charles Laughton y Laurence Olivier, habría también que resaltar la prodigiosa escena en que, tras reivindicar las artes del juglar y el ilusionista, Tony Curtis recita poemas ante la multitud de esclavos fugitivos embelesados, en una de las más impresionantes muestras de accesibilidad a la cultura que he visto, y con la que Kubrick acaba de restituir a los esclavos todo aquello de lo que habían sido privados: la libertad, la dignidad, la amistad, el futuro y la esperanza.
Antonio Morales
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