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Venezuela Venezuela · Maracaibo
Voto de bucefalo:
10
Drama En 1924, con sólo 29 años, J. Edgar Hoover fue nombrado director general del FBI para que reorganizara la institución. Obsesionado con detener a comunistas, gángsters, delincuentes y a cualquiera que fuera un peligro para la nación, Hoover ocupó el cargo hasta su muerte en 1972, sobreviviendo a siete presidentes, alguno de los cuales intentó inútilmente destituirlo. Los archivos que guardaba celosamente, llenos de secretos inconfesables ... [+]
19 de marzo de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo presente en la cinematografía de Clint Eastwood es el buen gusto, una especie de sabiduría que sólo los años y una especial sensibilidad, producto de la experiencia, se es capaz de tener. Su última película: “J. Edgar” (2011), es excepcional, como casi todo lo que ha realizado últimamente. En la sencillez existe profundidad. Y no puedo dejar de mostrar mi entusiasmo y admiración por éste gran artista que es capaz de producir autenticas obras maestras desde una posición humanista que le engrandece. Eastwood aborda cada tema, cada situación y cada personaje con una sutileza digna. Nunca es tendencioso de una forma gratuita, y no comete el pecado del panfletario urgido de insistir barrocamente en su tesis. Eastwood es un hombre de su tiempo y quizás uno de los mejores “historiadores” de la realidad contemporánea estadounidense. Con “J. Edgar” sigue “tocando muy en alto” y hurgando de manera inteligente en personalidades complejas como la que tuvo el fundador del FBI: Edgar I. Hoover (1895-1972), bajo la caracterización de uno de los mejores actores que existe hoy en todo el mundo: Leonardo Di Caprio.

Es cine puro y de excepcional factura lo que Eastwood es capaz de ofrecer. Eastwood no es un amarillista, aborda a sus personajes con respeto y consideración. Muestra sus “humillaciones” sin escarmentar en las mismas y sin pretensiones de juez. Tiene la virtud de conocer en profundidad la naturaleza humana y de quedarse con lo sustancial que hay en ella sin hacer del chisme y la maledicencia su prioridad. Por eso su cine termina siendo clásico, probo, con matices, de otra dimensión, y muy especial. El equilibrio que logra al mostrarnos las “hazañas” policiales del FBI en su cruzada anticomunista junto al drama privado de Hoover es inequívoco, excepcional. No hay excesos, todo luce comedido haciendo alarde de una madurez sólo ejercida por unos muy pocos elegidos. La parte final de la película, el ajuste final de cuentas ante la “muerte política” y la “muerte biológica”: emociona y conmueve. El Hoover de Eastwood no es bueno ni malo, es sencillamente lo que fue de acuerdo al acercamiento que éste gran director terminó por discernir.
bucefalo
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