Segunda vez que un servidor se decide a ir al cine para ver algo de la factoría española, después de Celda 211. Trailer cachondillo, con buena pinta: un par de líos, personajes histéricos y unas risas. No parecía mala combinación. El problema es el exceso.

Empezamos con música y personajes cantarines. La alegría lo domina todo. Poco a poco se descubren los personajes de Quim Gutierrez, Miren Ibarguren, Angie Cepeda y Juana Acosta (de la que me declaro fan a la de ya... Tan mona ella). Los cuatro son el sustento principal de la cinta y resultan convincentes en todo momento. Alguna que otra frase ingeniosa logra sacar su correspondiente sonrisa, junto a otros momentos que alcanzan tal surrealismo que también lo consiguen y, sobre todo, los enfrentamientos entre los personajes de Ibarguren y Cepeda. Yo los describiría de épicos gracias sobre todo a la histeria de la primera.

Hablando un poco de la trama, veremos como Claudia (Angie Cepeda), antigua pareja de Pablo (Quim Gutierrez) y con marido e hijo de por medio, se bate en duelo contra Elena (Miren Ibarguren), que es la pareja actual de Pablo, por tener al chico; mientras lleva un plan con su hermana Mónica (Juana Acosta) para alejarlo hasta Canarias y conseguirlo. La excusa es abrir allí un local que a él le hace ilusión. Allí se encuentran a la madre y la tía de Pablo, que también aportarán su parte de lío a la trama.

Las situaciones durante los primeros compases del metraje están muy bien, manteniendo el tipo sobradamente hasta los 40-50 minutos, pero a partir de aquí, desapareciendo el personaje de Miren Ibarguren, la cosa comienza a ir cuesta abajo y sin frenos añadiendo nuevas tramas innecesarias. Habría sido bastante fácil seguir un camino simple *(1), y también más satisfactorio, ya que uno acaba saturado de tanto lío e irremediablemente se acaba deseando que llegue el final.

Si no hubiesen intentado rizar el rizo añadiendo situaciones, habría salido una comedia más que recomendable para todos aquellos que disfrutamos del surrealismo y la histeria a la hora de reír. No obstante, puede que merezca la pena probarla por esos primeros 50 minutos.