Polanski se recrea en la sencillez de una buena trama, de una historia que se lleva muy bien con el cine de siempre. Un argumento que firmaría la mismísima Agatha Cristie, de la mano de planos y toques Hitchckonianos, mezclados con una estética minimalista, dan como resultado una película notable y seria. Un excelente trabajo que nos brinda una película de alto nivel, con tópicos o clásicos del cine bien llevados y que no molestan, es más, se agradece ver los elementos del cine de siempre bien trabajados y no al servicio del ridículo o de la industria, o del olvido más insulso. Polanski se desliza como director, llevándonos suavemente a una historia de intriga, haciendo una película interesante con un protagonista en el papel del escritor (McGregor está una vez más genial y cautivador) de las memorias de un ex primer ministro inglés, bajo la sospecha de violar los derechos humanos y provocar crímenes de guerra contra la humanidad, rodeado de personajes que despistan y dan pistas. Memorable el entorno donde se rueda la película, así como la moderna mansión. No es una película con aires de realismo, sino una historia de detectives, una novela negra cuyo protagonista es un escritor envuelto en un lío. Si el interés va creciendo a medida que avanza la película, la última media hora es un ejercicio de intriga, tensión y diversión puramente cinéfila. Un guión puramente cinematográfico encabezado por un purista de ésto. Polanski rueda a gusto con tiempo para cuidar los detalles de ésta buena, clásica y minimalista película.