El amor sin teorías matemáticas se fundamenta y expresa en forma de cine. Un guión extraordinario trabajado al detalle, basado en la vida del afamado físico británico: Stephen Hawking. Un drama, cuyo resultado final, agridulce y hermoso, refleja de manera brillante el sentimiento en todas sus facetas. Un punto clave a destacar, sin lugar a dudas, es la impresionante interpretación de Eddie Redmayne, que, en mi opinión, resulta sorprendente la forma en que caracteriza el personaje de Hawking, tanto, que incluso da la sensación a la vista de parecerse físicamente. La banda sonora es gratificante. Visualmente brillante y medida. Y sobre todo, destaca la emotividad de la que presume, dejándonos algunas escenas realmente conmovedoras. No pude evitar también, y permitidme el inciso, acordarme de aquella joya cinematográfica llamada: "Una mente maravillosa", que tanto me hizo disfrutar con Russell Crowe. "La teoría del todo", no menos, también se gana el derecho a poder entrar, y por la puerta grande, directa a nuestros corazones.