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España España · Barcelona
Voto de Glasshead:
10
Ciencia ficción. Acción En el año 2018, el mundo se encuentra agrupado en seis corporaciones: Energía, Alimentación, Lujo, Vivienda, Comunicación y Transporte. La tranquilidad social es absoluta, pero la gente carece de libertad. Se desahogan con el Rollerball, un violento juego que pone en peligro la vida de los jugadores. (FILMAFFINITY)
18 de septiembre de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto Rollerball al menos en tres ocasiones:

-La primera, cuando era pequeño y mi padre la alquiló en el videoclub. Me quedé fascinado con esta película, estrictamente en las escenas del deporte. Era increíble ver a aquellos tipos dando vueltas a la pista con motos y patines, soltándose sopapos y tratando de colar la bola en el agujero.
-La segunda, ya más mayorcito, en Canal +. Me siguió gustando, pero no supe ver mucho más que el deporte que retrataban
-Y la tercera, esta misma noche, porque casualmente me ha dado por ver toda la filmografía de James Caan. Y aquí ha sido donde he podido experimentar esta obra maestra en todo su esplendor y absorber toda su intención ética y estética.
Rollerball habla de un deporte violento que tiene lugar en un hipotético futuro. Pero es más que nada una distopía en la que ya no existen las naciones y en la que todas la decisiones son tomadas por las grandes corporaciones. Empresas globalistas a las que nadie vota ni controla y que rigen el destino de la humanidad según lo más conveniente (para ellos, claro). Una humanidad zombi, que ha perdido toda capacidad crítica y que se siente feliz siendo tratada como borregos mientras centra su atención en ese espectáculo que sirve de válvula de escape a sus frustraciones y a su ira: el Rollerball. Donde todos son iguales, pero algunos más iguales que otros (dependiendo de lo cerca que estés de las grandes corporaciones). Y donde los libros no existen: solo hay "reinterpretaciones" adaptadas a la mentalidad de los nuevos tiempos (según la óptica, claro está, de los que mandan).
Rollerball predice tal cual lo que es hoy día el mundo: una gigantesca distopía en la que cualquier pensamiento crítico es cancelado, en la que las grandes corporaciones tienen más poder que los gobiernos democráticos y en la que se imponen prácticas a gran escala de ingeniería social "en nuestro propio beneficio": nuestro Rollerball es Netflix y Tiktok, si piensas distinto eres un negacionista, tus derechos fundamentales no valen nada porque en cualquier momento te los van a retirar si quieren: la excusa puede ser el Covid, el cambio climático, la guerra contra Rusia o cualquier cosa que se les ocurra.
Pero en esta película también hay esperanza. Y es que mientras tú eres feliz comiendo tu hamburguesa de gusanos, satisfecho porque en tu cartilla de vacunación te acabas de poner la 22.ª dosis (sin la cual no puedes salir de casa) y aprovechando para ver el último capítulo de la serie que te gusta antes de que te corten la luz de 21:00 a 03:00 de la madrugada para hacer frente al cambio climático, por el mundo siempre habrá un Jonathan E. que no solo se ha dado cuenta de la estafa, sino que además se niega a seguirle la corriente y está dispuesto a correr con las consecuencias.
Glasshead
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