Al final de la película estuve pensando por qué la protagonista no se va para ponerse a salvo. Y luego pensé que seguramente es porque es una persona y quiere ser tratada como tal. Porque quiere justicia para su marido. Y es que los inmigrantes no son juguetes que nos sirven para sentirnos generosos. Son personas con todo lo que eso conlleva.
Me acordé del hombre que siempre está pidiendo en el semáforo y que ya me ha dado por perdida, pero que durante mucho tiempo parecía enfadarse, no porque no le diera dinero, sino porque no lo saludara.
El caso es que me vi a mí misma criticando la forma de actuar de la protagonista porque no salía huyendo. Hasta que me di cuenta de que pensaba eso porque era negra. ¿En qué cabeza cabe que la víctima tenga que huir, callarse y dar las gracias porque no la hayan vendido como esclava? En la mía, en mi pobre cabeza de rostro pálido.